COLUMNA ¡QUE CONSTE,…LOS OLVIDADOS!
Harina, huevo, yemas, azúcar, manteca o mantequilla, polvo para hornear y el horno de leña calientito, lástima que hay mucha humedad y hace frío, pero así es en éstos tiempos, y en la mesa hay que ir agregando cada cosa para cada pan, pero sobre todo hay que
amasar, darle vuelta y vuelta a la masa, dejarla reposar, dejar que sienta el amor de las manos y el calor de los masajes, es como a las mujeres que siempre hay que amasarlas para amansarlas y que sientan el amor de uno y darle tiempo al tiempo. Así se van haciendo los panes de manteca, se le agregan azúcar hasta el final, porque ya llevan la sal y el sabor del día, y las frutas de horno, las que le gustan a todos, con mucha azúcar al final, con manteca y buena mantequilla, horneada crujiente y con sabor a besos, a cariño, a susurros de monte y de montaña. Desde pequeño fui aprendiendo el oficio, desde muy temprano hay que levantarse y prender el horno y estar al pendiente de que no tenga más calor que el debido y el amasar y amasar. No quise ir a la escuela, me aburría, no le hallaba caso a las letras si lo que yo quería era aprenden a ser panadero, primero aprendiz y después oficial y al final maestro, y es cuando uno puede hacer su independencia y cobrar de a cómo se debe cobrar, uno no solamente hace el pan, el bocado, el que nutre los días y las tardes y las noches, a todos les gusta el pan saliendo del horno, recién hecho, no frío, hay que saber a qué horas llega la gente y estar preparado para venderlo, uno en los pueblos no solamente amasa y hornea, también vende cada pieza y con ella seduce y se convierte en amante, cuando damos los picos, la pieza de más, la que recomendamos porque la hicimos para la muchacha que nos gusta, ellas siempre nos ve, formales, siempre trabajando con los músculos en las manos de tanto amasar y con la frente perlada de sudor por hornear y limpios, muy limpios para poder vender cada pieza y dale sabor no al caldo sino al café y la leche o al chocolate.
Mi nombre es Noé Cruz Ramírez y tal como dice el reportaje en la Jornada, escrito por J. Jaime Hernández: “el cansancio le consume el rostro. La vergüenza asoma en su mirada esquiva”. “El testimonio amargo del retorno de un panadero”. efectivamente me fui a los Estados Unidos y después pues fui deportado por el Paso, Texas, donde fui detenido desde noviembre al intentar cruzar por tercera ocasión la frontera para regresar con mi familia… y me pone inmensamente triste, recuerda los seis meses en prisión como criminal cuando su único pecado es ser un “expulsado por el hambre” y por la falta de oportunidades en nuestro México y no hay nada que haga valer a los jueces que toman la determinación y te joden, te expulsan, te encarcelan, te roban en el camino de ida y en el retorno y te pagan menos sabiendo y trabajando más que otros… sí, como delincuente, no como indocumentado, amarrado de pies y de manos, encadenado y marginado de aquí y de allá, el trato es cruel y difícil para todos y como que te acostumbras a que te maltraten, y por dentro te vas rebelando, como que te sale lo cabrón, como que no quieres ser dócil, como que sabes que tus hijos y tu mujer están esperándote y que ellos luchan, luchan mucho por salir adelante, allá hicimos nuestra vida y nos las van quitando solamente porque somos mejores para trabajar y hacemos mejor pan que nadie… y eso que no saben que mucho de ese pan amasado lleva sudor, lágrimas y penas, sueños y esperanzas en cada amasada y en cada probada, se quema todo en el horno sobre todo cuando es de leña y chisporrotea cuando la misma leña está verde o media mojada… y uno llora y las lágrimas se pierden en el sudor y en la manga que lo quita para continuar viendo mejor…
Pues sí le dije al juez que eran muchas mis faltas pero con mi familia, no tuve tiempo de darles lo mejor, de que estudiaran, de tener una casa propia, de que no sufrieran ni tuvieran desesperanza, sino confianza en este su nuevo país. y que conste, no somos renegados, ni antimexicanos, al contrario somos de los dos, y cuando somos de dos o de tres, creo que es mejor que ser de un solo lado y me vine de México porque ahí no tenía muchas oportunidades y lo que me pagaban solo me servía para estar en la mediocridad y en la miseria y yo no quiero esto para mis críos y aunque no lo crea los queremos y mucho y sabemos que para educarlos en estas tierras tenemos que estar mucho cerca de ellos para que no entren a las drogas o a la delincuencia, sino al estudio y a la vida de la gente buena… A lo mejor, señor juez, yo sé mejor cómo es eso de bien portarse en una tierra extraña, porque puedo decirle que en mi otra vida, no porque me morí, sino porque la viví, era distinto, la borrachera era una fuente de paz y de concordia, pero después me ponía como león y golpeaba a cualquiera porque el dolor y la venganza me salían del pecho, de muy adentro y pues nada, eso costó muchos dolores de cabeza a mi madre y a mi familia, me llevaron hasta la cárcel por picar a alguno en plena borrachera y ahí tuve que trabajar en la panadería y como sabía mucho más que otros pues hacía el pan para los jefes y los panes especiales para su casa y esto me permitió tener relaciones y al paso pues me ayudaron para reformarme y salir y venir a Estados Unidos y me casé, mi esposa tiene un hijito de seis meses y otro de cinco, ella solamente esta dependiente de mí, sabe hacer cosas, limpia casas, hace comida, sabrosa la comida con estilo Michoacán de donde es, pero ahora todo su esfuerzo y labor está en los niños y yo no puedo estar a su lado y ser su fuerte, por eso le pido que me brinde otro chance, ya estoy aprendiendo inglés para que no me hagan tonto y como sea, ahora, sé lo que es respetar la ley… los que no estudiamos aprendemos a chingadazos y ya aprendí, ahora quiero hacer pan del bueno, deme chance y permita que mis hijos sean diferentes a lo que yo he sido… sé que puede hacerlo, si no, pues ni modo, me chingue… soy de LOS OLVIDADOS…
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