Muchos nudos en la garganta, en el alma, en el habla, en el pensar. Mucha angustia y pensamientos horribles que nos muestran la realidad a la que negamos por años acomodados en nuestro nivel de confort, olvidando a los demás, el egoísmo es brutal cuando entra en la realidad, sabes que nadie eres sin los demás y la soledad solamente es para los egoístas y ambiciosos, y para los otros, la solidaridad y el saber dar para poder recibir.
Recuerdo que hace muchos años, lamentándome de la situación que vivía estando preso en Lecumberri por los sucesos de 1968, un viejo preso me dijo: “Aprende a agradecer, estas vivo y sabes que a pesar de todo, el tiempo aclara las cosas y deja saber las verdades, y para sobrevivir, debes saber agradecer por lo que eres y tienes y soltar lo que no sirve, porque de otra forma, solo tendrás poco de lo que quieres tener y no se trata de cosas materiales, en la cárcel te enseñas que solo sobrevives con alimento, agua y techo, y sobre todo, por la solidaridad y el cariño de los seres queridos y de los demás”…
Ahora que recorro la ciudad de México, cuando leo las historias de los que perdieron todo lo material, y algunos, sus seres queridos, y cuando volteas a verlos sabes que es como un reflejo de espejo que también te puede suceder y en esta angustia no se debe uno encerrar, sino saber dar, cosas, si las tienes, pero sobre, todo afecto y atención, palabras suaves, saber escuchar, lanzar historias de experiencias vivas y buenas y no estar clavados y resentidos por las mentiras de “Frida Sofía” o de otras historias de la soledad y del alarmismo, hay mucho que aprender de la heroicidad de los jóvenes y ahora sabemos todos que la generación actual es una generación heroica y que su forma de organizarse no es la nuestra, ni su forma de pensar, pero saben de amor y de solidaridad y lo saben dar a manos llenas y esto es lo que interesa e importa al final de cuentas.
Sabemos que en tiempos de tragedias y de angustias, los resentimientos pueden aflorar y dar rienda suelta a las pasiones y los enconos y las frustraciones toman nombre y generan ruido y escándalos, como vemos sucede en Morelos, en donde Graco Ramírez es blanco de una intensa campaña de confrontaciones entre el obispo y el rector en su contra, y a lo mejor tienen razones de peso, pero no tienen razones actuales cuando debemos mantener la unidad y evitar las confrontaciones de las que no podremos salir y se pueden desbordar como lo vemos en algunos casos. Esto le debe servir a Graco para entender que el gobernar no es imponer ni declarar guerras de palabrería y de acciones ocultas y perversas, sino de diálogos y de conciliaciones, y de saber escuchar. No creo que ni el obispo ni el rector pretendan disputarles el poder a Graco, no, simplemente hay rencillas por los puestos y presupuestos, y esto no se aclaran bien a bien. Los tiempos actuales no obligan ni impiden que los dos se manifiesten abiertamente, unos, apoyados por la salvación de almas y buscando recursos y posiciones para los suyos, y el otro, de igual manera, buscando puestos y presupuestos mayores, y en este juego de perversidades se olvidan de todos y de los que en verdad requieren de la ayuda urgente porque nada tienen y lo perdieron todo. Igual sucede cuando ante errores, los medios sufren un embate de odios y de descalificaciones, y esto puede generar una grieta en la información de tal suerte que se privilegien las notas que nadie sabe de dónde son y de que intenciones se muestran, en fin, no son tiempos de luchas internas sino de apoyos y acciones juntos, dando paso a la crítica y autocrítica sin dolores y sin resentimientos y frustraciones sino con el ánimo de avanzar para el bien de todos. Claro que hay historias de horror y de terror en las tragedias, y en México, hay muchas más historias de solidaridad y de bondad y son las que debemos privilegiar, y de las otras, aprender para no volver a caer.
Contaba que recordando una bella y extraordinaria historia de solidaridad y amor, en tiempo del gobernador Pedro Vázquez Colmenares sucedió en Oaxaca un terremoto, y su esposa estaba recogiendo apoyo de la gente en las instalaciones del DIF, y ahí llegó, en la cola, una viejita de la mixteca que sin zapatos y poca y humilde ropa, llevaba en sus manos una cajita con nueces y una estampita de alguna virgen y le dijo: “ES TODO LO QUE TENGO. LAS NUECES SON PARA ALIMENTAR EL CUERPO Y LA ESTAMPITA PARA ALIMENTAR EL ALMA” y se fue, y todos lloraron ante esa muestra de amor y solidaridad…
Y uno puede dar algo de lo que tenemos, no hay más pobre que el que acumula para nada y no brinda ni amor ni sabe de dar. Esos seres en verdad que son pobres y vacíos de corazón y de alma y es así que podríamos contar muchas historias recordando que el dar es sin publicidad, como cuando nacen las semillas en la oscuridad del suelo, y brindan al tiempo sus frutos para alimentar el cuerpo y dar alegría al alma…todos tenemos nueces y estampitas… y las mejores buenas intenciones.