Hay muchos mensajes que nos llegan por medio de las redes sociales y hay uno en particular que quisiera reproducir a pesar de que pregunté a la gente que amablemente me lo envió, quién era el autor, y me contestó que se lo habían enviado y que también preguntó y no tuvo respuesta. Pero, sin duda, los tiempos cambian y tendremos alguna respuesta después de la reproducción:
“En la vieja calle luce una placa de talavera que dice: “En esta calle se establecieron en el siglo XVI las primeras casas de tolerancia de la ciudad”. A poco de haber destinado un sitio para la cárcel, la horca y la carnicería, los fundadores de la ciudad requirieron el establecimiento de una casa pública de mancebía que redujera peligros y ayudara a salvaguardar la honra de las mujeres decentes”.
“Así, en 1538 se autorizó el funcionamiento del primer prostíbulo de la ciudad, constituido por mujeres españolas recién desembarcadas. Cuatro años más tarde, la ciudad concedió cuatro solares de la calle de Mesones para que allí se instalaran varias mancebías, en la entrada de éstas casas debía colocarse una rama de árbol que indicara su carácter (de ahí deriva la palabra “Ramera”), AUNQUE FUERON REFERIDAS CON UNA SERIE DE NOMBRES DESPECTIVOS: PUTAS, BAGANZAS, HUILAS, LEPERUZAS, CUSCAS, MESALINAS”.
“Aquel tramo de Mesones recibió desde entonces un nombre encantado: Calle de las Gayas. Es decir, calle donde están la alegres, las ligeras. Fray Juan de Zumárraga no tardó en denunciar ante el Rey que los sacerdotes Rebollo y Torres, que salían de noche con el pretexto de “ir a buscar ídolos” para destruirlos, y que en realidad iban a meterse a los concurridos prostíbulos. Era tal la escandalera que un vecino de las Gayas, “Ortiz, el músico”, quién poseía en esa calle una escuela de “Danza” pidió permiso al Ayuntamiento para mudar su centro de enseñanza a una calle trasera”.
“Felipe II reglamentó en 1572 la existencia de las casas públicas, a cargo de éstas debía estar “un padre” o “una madre”, encargados de vigilar la aplicación del reglamento (de ahí el “padrote” y “madrota”). Las Gayas debían ser mujeres huérfanas o abandonadas por su padres, estaba prohibido enrolar vírgenes, menores de doce años y mujeres casadas, o que debieran dinero”
“Según una ordenanza encaminada a distinguirlas de “las personas de calidad”, se les prohibió, también, usar tacones altos, arrodillarse sobre cojines durante las misas y portar, en la calle, “oro, perlas o seda”. En 1670, un decreto de la audiencia enumeró a algunas de las gayas más famosas. Sus apodos resultan inolvidables: la Chinche, la Sedacito, la Vende Barato, las Priscas (las ingenuas) y la Manteca”
“Desde 1525, año en que Pedro Hernández Paniagua solicitó permiso para establecer un mesón en que se pudiera acoger a los viajeros y brindarles “carne, pan e vino”, Mesones se erigió, paulatinamente, como una calle de hospederías en la que a toda hora rondaban arrieros, comerciantes, buscavidas. Y también, nobles y aristócratas novohispanos, que según cierta denuncia entraban a los burdeles con la cara tapada”…”En Mesones, dice Artemio del Valle Arizpe, “LOS PECADOS ANDABAN POR LO ALTO Y LAS VIRTUDES POR EL SUELO”. Durante una razzia efectuada en el burdel en 1809, una mujer declaró que había ido a cobrar una colcha, y un administrador, al que habían pescado con unos calzones en la mano, aseguró que había ido a ese sitio a “pedirlos prestados””.
“La llegada de las tropas invasoras norteamericanas en septiembre de 1847, trajo confusión, miedo, y deseos de venganza por parte de la población de la Ciudad de México, la cual, tuvo que soportar la humillación de ver ondear una bandera extrajera en el asta de Palacio Nacional ya que nunca había sufrido una invasión por parte de un país extranjero. Por lo anterior, el Ayuntamiento decidió tomar medidas para el resguardo de sus habitantes”
“El 24 de agosto de 1847 el gobernador el Distrito Federal, José María Tornell, pidió a sus regidores le confirmaran si cada manzana se encontraba abastecida de provisiones, forraje, agua y policía, además expuso su preocupación porque el precio de los víveres no fuera alterado para evitar que hubiera “reuniones de gente en las vinaterías, pulquerías y otros lugares donde eran, comúnmente, de escándalo”.
“En ese tiempo alguno comerciantes aprovecharon las circunstancias para vender licores, pulques y aguardientes nacionales y extranjeros, mucho de ese alcohol fue comparado por las “Gayas” que lo usaban para seducir y emborrachar a los soldados norteamericanos para después entregarlos a las tropas mexicanas. Así fue como un puñado de valientes prostitutas mexicanas organizaron una singular y arriesgada defensa de la ciudad valiéndose además del uso de bebidas alcohólicas”…”Murieron los mesones de la Calle de las Gayas sólo queda una placa en recuerdo”. Ahora, en los tiempos actuales, los políticos y empresarios pro yanquis, se esfuerzan en dar los traseros a los gringos para estar bien y en paz… cómo cambian los tiempos, no hay la menor duda, antes, teníamos prostitutas nacionalistas, hoy, tenemos políticos y empresarios entreguistas…lo venden todo y nos roban todo.