Uno de mis amigos, hombre sensible, responsable, honesto, trabajador,
buen padre y mejor amigo me comentaba que lo que veníamos escribiendo ponía a todos a reflexionar pero también generaba terror y horror, sin embargo, otro de los amigos le comentaba: ¿Cuántas familias crees que ha sido afectadas por la guerra contra el narcotráfico?, si haces la división de más de 300 mil asesinados a un promedio de cinco por familia tienes, cuando menos, en este sentido, sesenta mil familias, 60 mil familias que han perdido padres, hijos, hermanos, abuelos, hay miles de víctimas, de huérfanos, de viudos, de mutilados, de lastimados moral y psicológicamente de por vida, hay más de 42 mil desaparecidos que tienen también familias, hermanos, esposas, hijos, abuelos, amigos y si sumamos son más de cien ml familias afectadas en este lapso y por esa guerra injusta y agresiva ordenada a Felipe Calderón por los Estados Unidos para que nos matáramos entre hermanos, mientras ellos, legalizaban las drogas para mantener el control del negocio, además, tenemos los miles de presos y presas y los miles que están a fuerza o por necesidad o por gusto afiliados a los grupos criminales, narcotraficantes, huachicoleros, tratantes, gobernadores de la prostitución adulta e infantil, tráfico de armas y dinero, robos, secuestros, así, juntamos a miles y miles de familias lisiadas, abandonadas, resentidas, lastimadas y nadie, pero nadie les ha apoyado y tendido la mano amiga, así se han multiplicado LOS NIÑOS DE LA GUERRA EN MÈXICO, cientos y miles de niños y niñas andan aliados a los grupos criminales y a los de la delincuencia organizada o a las pandillas y así, miles y miles de niños forman ya un serio ejército de hamponcetes que están dispuestos a destruir la sociedad porque la sociedad les debe lo que son, no han tenido otra oportunidad, fueron huérfanos y abandonados, fueron “ninis” sin poder estudiar ni trabajar, fueron violados o golpeados por sus familiares o por la vida misma y muchos de ellos están tan llenos de miedo y de rencor que están dispuestos a matar o ser muertos, así ya hay muchas historias de los NIÑOS SICARIOS, y eso que no ponemos los niños violados por los curitas y otros elementos que han generado la descomposición social, política y económica en el país y, esto, no se resuelve con jugadas de beis bol ni con matracas al viento, ni buenas intenciones. Así que seguimos viendo las matanzas de los niños sicarios y los huérfanos en la guerra contra el narcotráfico.
Nos transmitieron el estallido del ducto en Tlahualinpam, Hidalgo, más de 136 muertos, ahí vimos a niños y sus padres correr cantando y gritando de alegría porque tenían huachicol y eso significaba tener dinero extra para muchas cosas en una sociedad desigual donde los que pueden comprar mucho son la base del éxito y son lo que se debe de seguir para sentirse integrado y exitoso en esta sociedad mercantilista y consumista, la ambición, dirían nuestros abuelos y, la ambición, es mala, porque genera envidia y genera violencia y fomenta los robos y se terminan los valores y los respetos, es mejor ver a una niña que anda con un traficante llena de joyas y carros y viviendo en lujosos departamentos y consumiendo drogas y traficándolas y deformándose que ir a la escuela y aguantar a los maestros regañones y a los padres jodidos y a los hermanos viciosos y mal educados, para muchos, eso, es el éxito, y cuando menos así se muestra en las telenovelas y en las películas y en las mismas noticias y en las pláticas entre iguales, el dinero es lo que cuenta no importa, dicen muchos chamacos, vivir poco, pero vivir bien , de lujo, con dinero, con buenas chavas, con buenos trajes y relojes y carros y comida, mucha comida y bebida de la buena y buenas chicas para el revolcón y así, muchos, prefieren dejar la escuela, son muchos años y les pagan bien poco al salir si es que encuentran chamba, en cambio en el taxi y en la onda de la pandilla la lana es segura, la botella es real, la buena vida con comida y droga es natural y a todas horas y así la demolición social se acelera y ellos son los nuevos ejércitos del mal, dicen los viejos que se asombran ante su osadía, la muerte ni siquiera tiene permiso, simplemente ahí está en cada esquina y en cada cuadra al caer la noche o al salir el sol, cada quién tiene a quién mandar y cada uno respeta al que manda y así la cadena de mando es enorme y los grupos se van seleccionando de acuerdo a lo que vayan creciendo los niños sicarios, los niños jefes, los niños matones, los niños traficantes, los niños que ya ni lloran porque se les terminaron las lágrimas y solamente huelen el cemento, fuman la mota y la base, toman chupe con cristal y cada día debe ser más fuerte para sentir algo, porque lo han perdido todo, hasta el alma y el llanto y el sentido de la vida, solamente conocen que se acerca la muerte y por eso, los niños sicarios se van acurrucando hasta que la muerte les alcanza y los mata o los encierran y vuelve la lucha por saber quién es quién y quién manda o quién obedece, así, nuevamente, hasta alcanzar el odio y el resentimiento y enviciarse de tal forma que ya no sientan nada de nada, hasta que se les vuelva normal el olor a la sangre o el defecar al dar un balazo en la cabeza y ver caer al otro o cortarlo en pedazos e irlo a tirar para que entiendan que ellos ya no juegan, son niños sicarios pero enormes, violentos, asesinos sin razón porque ya ni saben del por qué están, si tuvieron madre o padre o familia o hermanos, la banda son y es todo y de la banda se vuelven los sicarios para mostrarles respeto a los demás, mientras tanto, siguen los robos, los trafiques, los vicios, las matanzas, las estrategias y los engaños, los enfrentamientos y hay que llegar hasta atrás sin sentir para que no nos toquen las balas ni siquiera reaccionemos ante las mentadas de madre, porque las perdimos todas en el campo del niño sicario, del niño asesino y, los jefes de jefes ahí están, gozando las morras y las joyas y ordenando, mientras los jodidos se siguen matando, asesinando, pobres contra pobres, así es la transa y así es el paro…y, sí, tenemos que entender que ya tenemos a nuestros niños sicarios y hay que hacer algo por terminar este horror y terror. Si es que tenemos tiempo…