EN TIEMPOS DE GUERRA, EN LAS MAFIAS Y EN LA POLÍTICA, EL RESPETO A LOS HIJOS ES UNA OBLIGACIÓN, METERSE CON LOS
HIJOS PARA ATACAR O exhibir a los políticos, lastimar a los malosos, perjudicar a los militares, es casi una provocación a que se rompan las “reglas del juego”. Hace apenas, unos días, la esposa del presidente y el mismo presidente declaraba a voz en cuello: “No se metan con los hijos”, y al final de cuentas, en las provocaciones y en el juego de intereses, desde el mismo Senado, algunos grupos con intereses vitales con los grandes empresarios y la empresas de outsorcing, gastan enormes fortunas para lanzar una campaña tratando de desprestigiar a los políticos que andan en búsqueda de su regularización y del mejoramiento de las condiciones obreras que les niegan las empresas, por medio de esos jugos perversos que, además, dejan al país sin recibir miles de millones de pesos en impuestos y la evasión es brutal. Podremos entender el juego de intereses, lo que no creemos justo es que en ese jugo se liguen acciones que lastimen a los padres, buscando lastimar a los hijos, y esto se convierte en un carnaval de dimes y diretes que puede llegar a las tragedias. DICEN EN MI PUEBLO: “DUELE MÁS EL CUERO QUE LA CAMISA” Y, “JUEGO QUE TIENE DESQUITE, NI QUIÉN SE PIQUE”.
SUCEDE QUE AHORA, COMO EN CUALQUIER OTRO TIEMPO POLÍTICO, CUANDO SE GENERAN ACCIONES QUE PUEDEN ELIMINAR CONCESIONES Y ROBOS QUE SE HACEN A LA CLASE TRABAJADORA, MUCHOS PATRONES NO ENTIENDEN QUE ES MEJOR PAGAR BIEN Y QUE VIVAN BIEN SUS OBREROS, QUE REGATEARLES LO QUE EN JUSTICIA MERECEN, aumenta la productividad y consumen más productos con lo que activan la economía nacional.
Cuando Henry Ford, lanzó su famoso carro al mercado y le preguntaban que quién consumiría los mismos, dijo que sus empleados, y para ello aumentó sus salarios y su capacidad de compra y se generó una gran empresa que impulsó a la economía de su tiempo. Cuando la gran depresión en 1929, lo que se hizo en los Estados Unidos, fue el de generar empleo, incluso los que no se requerían o no eran productivos, y todo con el fin de apoyar el consumo nacional, y con ello, el impulso a la economía, y no se regatearon empleo ni salarios.
Ahora, en este juego que toma niveles de perversidad y de acciones violentas orquestadas por medio de ataques y acciones en contra de los juniors, incluso que afectan al mismo presidente, pues es lógico que solamente que tenga uno “sangre de atole”, no le duela lo que sucede, y la voracidad de los operadores de este tipo de actos, seguramente, no reparan en que las respuestas pueden tener muchas consecuencias, porque con la misma vara podrán ser medidos, y así, en vez de serenar los actos y acciones, en vez de propiciar el diálogo y la concertación se aumentan los odios y las confrontaciones, y esto, puede llevar a otros niveles, que no se puedan controlar.
Muchos revolucionarios o líderes de países se volcaron a la acción revolucionaria, cuando en el juego “democrático” en vez de respetar las reglas se atentaba contra sus hijos o familias, y así se produjeron las enormes venganzas que llenan de sangre muchas de las historias de los países. Por ello, cuando muchos alientan, en sus frustraciones y resentimientos, este tipo de acciones, no ven las consecuencias que pueden generar, y cuando una discusión, en vez de ser racional, es visceral y alienta la violencia y el odio, se pueden provocar todo tipo de tragedias, y esto no conviene a nadie en un país que se encuentra en un proceso de cambio y busca los caminos de la paz y la conciliación, en vez de balazos promete abrazos, y esto no es cosa sencilla de mantener y de sostener, porque como dicen en mi pueblo: “Lo que se dice con la boca, se sostiene con los tompiates”, y al paso del tiempo, nos daremos cuenta de que ni el presidente juega ni permitirá ese tipo de actos que solamente busca la desestabilización por medio de la violencia, alentando el resentimiento y la frustración de los “intocables” fifís, que andan en el ajo…
Incluso, cuando se tratan asuntos de muertes, desaparecidos o atentados en contra de la seguridad de las familias, si no se tiene el valor de serenarse, se pueden generar muchas tragedias, y es por ello que, por ejemplo, cuando vemos lo sucedido en Sonora con el grupo de mormones mexicano-norteamericanos y la violencia generada en su contra, si en vez de solicitar la paz y prometer justicia, se alentar el odio y la confrontación, seguramente no se llegaría a nada más que aumentar el número de víctimas inocentes de grupos alocados y violentos que defienden sus intereses o tratan de imponer condiciones en el sector social en el cual actúan, hoy en día, esa violencia se vive por acciones del cobro de piso y de las amenazas para robar y obligar a las gentes a aportar dinero a los mismos grupos criminales, ya empiezan, en muchas zonas, las venganzas en contra de sus operadores, ante la falta de resultados de las autoridades en imponer la paz social, y cuando se pierde la paz social, se pierde un país, que no se nos olvide.