LA MILAGROSA, LA MILAGRERA, LA HACEDORA DE MILAGROS, LA QUE LLEVA EN EL
ALMA LAS ALAS DE MARIPOSA QUE SALIERON DEL GUSANO PUESTO EN SU CAPULLO Y ROMPIENDO LOS TIEMPOS SE LLENO DE LUCES Y DE ALAS COMO DE PAPEL, Tania, una de mis hijas, siempre me ha sorprendido, tiene esa rara forma de los que hacen los milagros, MILAGRERA, fuertes raíces con convicciones y alas largas que vuelan por los sueños y los hacen realidad, por ello, cuando conocí su obra de “MILAGRO ANDAMOS”, ME DIO POR REFLEXIONAR SOBRE LOS NUEVOS TIEMPOS Y LOS VIEJOS, COMO CAPULLOS DE MARIPOSAS…
Vivimos siempre sorprendidos, no nos dan paz ni tranquilidad en el alma ni en las calles ni en los cuartos ni en los escondites donde se van los sueños o se calan las lágrimas. Ninguno de nosotros imaginábamos cuando en los meses finales del año se comentaba de los virus de los murciélagos y de lo que llegaban a comer los chinos, ranas, perro, murciélago, gusanos como si eso nos fuera extraño, si al final, el hambre no conoce límites en los alimentos y somos seres que no pensamos antes de masticar cuando el estómago duele, o cuando duele nos da por las insurrecciones y los actos de guerra como si el olor de la violencia y de la sangre y el miedo nos calmaran los dolores, y bueno, de pronto como por orden se nos invita y ordena a guardarnos, a encarcelarnos, a apandarnos en nuestras casas y habitaciones, nos llenamos de miedo y de terror y nos cubrimos la boca y cerramos los ojos y el miedo nos dominó, y morimos varias veces cuando leemos los diarios y sabemos de los contagiados, enfermos y muertos y nada vemos pero lo tememos y buscamos en ello sacar el miedo con el llanto o con la violencia y escupimos o golpeamos o maldecimos a cualquiera que se ponga enfrente para tratar de calmarnos, al final, en el terror, como que todo se vale, como que el miedo produce la violencia y la genera a más no poder y los reclamos vienen y los gritos llenan cuartos y sitios y las redes son como los viejos lugares donde se llegaba a confesar con el cura y daban la absolución y ya, todo arreglado, los milagros de quitar los pecados y dejar a un lado los remordimientos de la muerte o de la violencia o del egoísmo y así, la fuerza de la confesión, se dio para el beneficio de algunos y para el cinismo de los demás…
Pues sí, DE MILAGRO ANDAMOS, de milagro vivimos, de milagro estamos con serenidad o con campos de tierra que nos van calmando, hace años, cuando estaba nervioso por algo que no entendía o algo que me llegaba en el alma y me sufría, caminaba por el pasto, sin zapatos y me calmaba, el milagro de la paz, se cambiaban los iones tal como hacen cuando los olores del incienso o del copal invaden, con carbones en el aire los iones negativos y uno llega cargado, doliente, y se clama, como si nada, de pronto, como un milagro y así también es la música, por ello me encanta la clásica y voy llevando las notas en el alma y las canto y las hago volar y las llevo al corazón y a lo mejor, eso que dice AMLO del valor, del buen comer, del ver con alma de niño el amanecer y el cielo y volar en sueños y buscar el valor del dar en vez del de tener por tener, de poder sentir cuando menos el agradecimiento del hambriento o del sediento o de perseguido o del violento o del que tiene la paz, y encontrar algún buen camino que nos lleve al milagro de andar y sentir que hay algo más y podemos superar a lo que tememos y dejar los miedos a la muerte y ya no cargarla, como si no existiera, porque al final de cuentas, pues del polvo venimos y al polvo volvemos, gracias milagrera, hiciste volar mis sueños y darme paz y sonreír por aquello del miedo…
Y me voy yendo a los viejos tiempos, total, son circulares los tiempos y como que se repiten y vamos cayendo en que extrañamos lo que ya pasamos y deseamos lo que no tenemos porque no ha llegado, cómo no recordar aquellos pescaditos de caramelo de cinco por cinco centavos, cómo no saborear aún el sabor del merengue y de la cara del merenguero cuando nos jodía en el volado o cuando lo perdía y tenía que pagar, cómo no recordar aquellos pasteles de nuez y almendras, los mangos verdes, el arroz con leche, el alcanfor, los tamalitos de capulín, los dulces de calabaza y de acitrón, las botellitas perfumadas que tenían como licor de dulce en su interior, los chocolates con alcohol y cerezas, los garambullos, las pepitas, los dulces de alegría, los helados, los calabazates, los higos en almíbar, el dulce de guayaba que hacía la abuela, los pasteles de mi madre, los olores del fogón y de la cocina, el olor de chorizo con huevo en torta llena de aguacate y chiles chipotles para la escuela, el agua de melón o de guayaba o de durazno o de chilacayote, no hay duda, los sueños y los dulces son del mismo mundo de la alegría y de las risas y del saber que hay siempre esperanza, y que con la esperanza pues todo pasa para bien y para volar dejando las lágrimas y los miedos y los malos tiempos en los ayeres del recuerdo. Me encantan los dulces y los pasteles, las gelatinas llenas de frutas, la habas con chile y los garbanzos y las papitas y todo lo que nos llene de gozo y deje el llanto, por esto, el mexicano sigue atado a la tierra, a los recuerdos, a los viejo tiempos porque ahí andan sus raíces y sus llantos riegan los frutos del futuro y dan vuelo a las alas de la esperanza que son las alas de libertad, como que siempre andamos en capullos, y de pronto, como no sabiendo de dónde ni el por qué se rompen y salen las alas de colores y nos llena de alegría y algunos se convierten en luciérnagas para dar el rumbo en el camino de los sueños y de la libertad, por eso amamos los buenos días, los soleados, los que se llenan de música y cantos y tragos y cervezas y mezcales y tequilas y gritos y cantos y nos llenamos de dulces para pasar los tragos amargos, y bueno, aquí andamos, en medio de los virus y del temor, con un pirulí en la boca o un chicle en los labios haciendo bombas y pensando en que siempre, pero siempre, hay una esperanza, y cuando alcanzamos a vislumbrarla ya chingamos, nos salvamos…se realiza el milagro y aparece la milagrera para que: “DE MILAGRO ANDAMOS”…