Escuché y vi los pronunciamientos del Papa en relación al abuso que los políticos hacen de los pobres. Tres ideas expuestas me invitaron a
escribir estas líneas. La primera, el sacerdote dijo que invariablemente aquellos que usan a los pobres para tomar el poder terminan por imponer dictaduras. La segunda es que hablan por el pueblo no dejan que el pueblo piense. Y la tercera, es que están por el pueblo no con el pueblo. Dirán algunos que lo expresó un conservador, un jerarca de la iglesia pero eso no merma la verdad dicha. Y también podrán argumentar que justo la religión ha hecho de la pobreza su riqueza. Ahí está la historia y ahí quedan los enormes templos, edificios, casas y hasta bancos que dan contraoferta a lo heredado por Jesús. Y han sido los altos representantes de la Iglesia los que han bendecido las armas para la guerra o las que emplean los sicarios. Se ha la de enormes estafas y fraudes en el Banco Ambrosiano y hoy en día los ensotanados son reprobados por la pederastia. Así que la balanza no se inclina ni para unos no para otros, pero eso sí, los pobres se multiplican porque justo, los que dicen gobernar o guiar a las grandes multitudes comen bien mientras millones sobreviven en la miseria y en la esperanza. La economía mundial ha sido muy injusta, hay evidencias. La usura, los abusos, el robo, la mentira ha dado a pocos, mucho. Se habla con absoluta ligereza del pueblo, de los pobres. Se mimetizan como ellos haciendo creer que pasándose por miserables habrán de bien gobernar. Pero no es así. Ojalá algún día lo entiendan pero ellos, los pobres. Ese es el reto.