Morena y Yeidkcol se equivocan en Puebla con imponer a Barboza,
un sujeto violento, enfermo y perdedor. La elección extraordinaria en esa Entidad merece más respeto y mejor futuro. La muerte intempestiva de su Gobernadora constitucional Martha Erika Alonso levantó muchas sospechas, aún vigentes, sobre el accidente luego, inmediatamente después de que el propio Barbosa declarara que no es la primera vez que se comete un “magnicidio”. Y, por cierto, no se le abrió una carpeta de investigación por tan temeraria afirmación. Barbosa guarde en su historial la baja y vulgar crítica que hizo desde el Senado de la República contra el Presidente de los Estados Unidos, trump. Aseguró incluso, luego de la mentada de madre, que de tenerlo frente a él le escupiría el rostro. Barbosa no sólo perdido en elecciones, sino que no sabe perder. Luego de su fracaso convidó a comunidades a levantarse en rebelión, con constantes manifestaciones públicas atontando contra el ejercicio de libertad de tránsito de la mayoría de los poblanos. Pero más allá, esto viene a reventar los acuerdos y diálogo con Monreal, que quizá para Yeidckol se trate de una “sabandija”. Barbosa no está en condiciones físicas y quizá emocionales para gobernar. Su amargura y rencor lo coloca en una línea muy delgada de venganza contra sus opositores, los que sean. Alejandro Armenta posee mejores créditos, una sólida aceptación en relación a Barbosa, pero primero los intereses que las convicciones. Aquí, en Puebla, una muestra más de las imposiciones que asegura Morena sólo se daban en el tan criticado PRI.