METRO DE CENTIMETRO

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La directora del Metro, Florencia Serranía, no habla, no responde, no da la cara como

cuando para exhibir supuestas anomalías de administraciones anteriores buscaba los micrófonos. Hoy sobre su administración está la sombra de una mujer que fue desalojada, supuestamente por ebria, cuando presentaba graves problemas de salud y finalmente murió. Se investiga la responsabilidad de cinco policías, pero la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, tarda en aclarar la situación. En algún país progresista de verdad, la primera disposición sería separar del cargo al titular de la dependencia hasta llegar, como dicen, hasta las últimas consecuencias. Ya lo hemos dicho, el trato de las autoridades a los usuarios del transporte más importante de la Ciudad de México deja mucho que desear. En varias estaciones los uniformados, silbato en la boca, tratan al pasajero como ganado. Y hoy sabemos, muchos de los operadores de seguridad no conocen ni siquiera la existencia de protocolos. En estos días, un hombre que fue reportado grave dentro de un vagón fue atendido en uno de los andenes 40 minutos después. Fue arrastrado, si arrastrado, y los inexpertos policías, que no paramédicos, no sabían ni de qué manera usar una camilla plegable. Estas son las consecuencias de la arrogancia, de pensar que buscando culpables en otras administraciones, en lugar de trabajar, ganan simpatía. La señora Florencia Serranía ya había sido titular del Sistema de Transporte Colectivo Metro del 2004 al 2006. Y en materia académica es brillante. Es profesional en Ingeniería Mecánica y posee un doctorado en la Universidad de Londres. Diría, ya sabes quién, es una fifi. Sin embargo, la filosofía, la mística, las tareas de trabajo, vamos las líneas de gobierno equivocan los fines. Muchos, casi todos los nuevos funcionarios, han llegado a “limpiar el cochinero”, así dicen. Hay que buscar y encontrar culpables para legitimarse. La sra Serranía ahí se da un tiro en el pie dado que ya ha estado en ese cargo y bajo otras administraciones, esas que permitían la multiplicación del ambulantaje, de los “bocineros” bajo la argumentación de que “están trabajando, no robando”. La seguridad en el Metro es un asunto de impacto nacional. Hemos visto, aunque hoy no lo reconozcan, cómo y de qué forma se reacciona ante eventuales tragedias como los sismos. En los más recientes, el Metro, permitió el rápido acceso a socorristas, elementos del Ejército Mexicano, voluntarios, ingenieros y médicos. Muchos salvaron la vida dentro y fuera de los trenes por la capacitación recibida, incluso en momentos tan difíciles como cuando un ser humano decide arrojarse a las vías al paso del convoy. Parece que eso, que es vital, se está perdiendo. Y no se debe permitir. El Gobierno de la Ciudad de México, bajo la bandera de transparencia y honestidad que por voluntad propia exhibieron, hoy deben dar respuestas claras. Ya con proteger a los responsables del fraude de la Línea 12 fue suficiente. Dijeron que las cosas iban a cambiar pero no esperábamos que fuera con el descarado silencio de la sra Serranía.