Digamos que desde el 2000 el PRI ha perdido mucho, empezando por la Presidencia
de la República. Sus bonos, sus votos, sus seguidores, su credibilidad se vino desplomando diría por tres elementos: no supieron entender su momento histórico y permitieron abusos que dañaron al país; dos, desde la caída del sistema, pasando por los crímenes contra Posadas Ocampo, Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massiue, no sacaron la casta ni llevaron las investigaciones hasta dar con los cómplices y culpables del deterioro que se acercó a la pérdida del control de la seguridad nacional; y tercero, nunca les interesó detener una campaña permanente de desprestigio, por más de 20 años, que les fue construyendo la oposición calificándolos de corruptos y hasta de asesinos. Haber recuperado el poder con Peña Nieto no significó corregir el rumbo, demostrar que la PAN había fracasado o proponer elevar a la nación hasta niveles de credibilidad internacional. Por el contrario, a Peña de siempre lo maltrataron en redes sociales de la manera más grotesca, el PRI como partido seguía convencido que el pais era para repartirse, creció la corrupción como la violencia y en mucho, igual que Fox, Los Pinos eran escenarios de frivolidades y falta de respeto a todo el pais. Se llenaron también de traidores. Se encontraron con episodios de vergüenza como la aprehensión de varios gobernadores más que rateros y que hoy negocian su situación legal proponiéndose como “testigos protegidos”. Mario Villanueva Madrid, Javier Duarte y otros tantos, que dinamitaron las estructuras del edificio en Buenavista. Su cinismo era majadero igual que su riqueza y desfalco, pero simulaban que la ley se aplicaba mientras asuntos internacionales como Odebrecht apuntaban al gobierno mexicano. El PRI, luego de ser ejemplo de administración y liderazgo en America Latina, se auto propuso como el “búnker” de cuates y cotos de poder. Los otros partidos y sus personajes no están ajenos a lo que ocurren en el PRI, es más muchos de ellos, hoy con disfraz de izquierda morenista, lleva en su sangre el ADN tricolor. Y queda demostrado que el poder los hace iguales a todos. El PRI con sus bruscas fórmulas vuelve a replantearse su dirigencia, le han llamado incluso refundación. Hoy Alejandro Moreno Càrdenas arrasó para ocuparse de la titularidad del partido. Un exgobernador que retó al candidato Lopez Obrador a visitar Campeche para encontrar la “horma de su zapato”, un Moreno Càrdenas que fue acusado por el tabasqueño como corrupto “ nada más hay que ver la mansión que tiene”. Y vemos hoy dónde están los dos. Lo cierto es que el PRI ni siquiera representa oposición, menos posición. Sus banderas se las arrebataron y lo poco que le quedaba se lo ofrecieron a su última administración presidencial cuando ahí sólo se ocupaban de proveer a los incondicionales, los demás, los demás ni cercanía “ porque al Presidente no le interesa”.