No es casual que grupos de choque bien pagados y profesionales intenten alterar el
orden natural del la UNAM. Si alguien se ha visto firme en la defensa de la autonomía y del proyecto cultural más importante del país es sin duda el rector Enrique Graue y eso le está costando pagar facturas políticas importantes. Un contingente de casi 200 integrantes, encapuchados, vestidos de negro, armados de palos y explosivos, causaron destrozos en el edificio central, rectoría, de la máxima casa de estudios. Llegaron con absoluta impunidad marchando desde San Ángel, parque de la Bombilla. Dañaron patrullas de la CDMX y vehículos de vigilancia de la UNAM. Agredieron ferozmente a personal de la institución, rompieron vidrios, intentaron incendiar el edificio. Dispares y múltiples sus pintas, oscilando por eventos como feminicidios hasta “nos faltan 43”. Demandan con violencia la expulsión de porros y estos cobardes anónimos corren a ocultarse en el auditorio Justo Sierra, en un piso superior de la facultad de derecho o en salones secuestrados en la facultad de ciencias políticas y sociales. Dejaron ahí al abandono un maletín con explosivos poco después de arrojar las letras de “autonomía” al ojo de agua, cerca de las islas. Se cambiaron de ropa para no ser identificados y desaparecieron. Vale decir que los universitarios estamos, por norma y obligación, a tener identidad, enfrentar problemas con argumentos, ser responsables de nuestros actos y siempre dar la cara. Estos sujetos, lo primero que ocultan es el rostro porque bien saben que cometen agravios y delitos. Pero este es un síntoma más de la violencia que se vive en todo el territorio nacional bajo la complacencia del gobierno. Mire, este martes se dio en Palacio Nacional el cambio de Presidencia del Consejo de la Comunicación. El evento programado a las 10 de la mañana inició a las 10:35 y la sra Sheinbaum llegó al presidium a las 11. Mientras afuera manifestantes de Chiapas gritaban consignas contra el tabasqueño y el zócalo estaba invadido por transportistas y sus vehículos. Nuevamente la CDMX un caos, pero el tabasqueño señalando que estaba muy contento y agradecido porque todo iba bien. Lo ocurrido en la UNAM tiene tres efectos inmediatos: uno, mostrar nuevamente la debilidad de un gobierno vacilante que permite impunidad y a todo acto de protesta o de ilícitos señala que no se va a criminalizar; dos, se fortalece la figura del rector Graue en su integridad y dirección y; tres, se promueve un rechazo generalizado de los universitarios que en unidad defienden a su alma mater. Ahora el gobierno, si quiere y puede, nos tiene que informar quienes están detrás de los encapuchados, pero que visten corbatas y mascadas de seda y presumen estar sólidos en su cuarta transformación.