Motivado por tres razones dediqué tiempo para ver la serie: La mente de Aarón Hernandez. Primero porque fuí jugador de fútbol americano;
segundo, por la cercanía del Super Bowl entre San Francisco y Kansas y; tercero, porque leí un tweet de mi amigo comentarista de deportes Diego Venegas que dictó “ entre ayer y hoy vi la docuserie de Aarón Hernandez y me pareció brutal, que historia tan conmovedora. Me dejo sentimientos encontrados”. Trata de la vida de un latino, atleta de éxito que perdió el rumbo, el camino y la vida. Un joven que a los 22 años poseía todo, dinero, fama, éxito, carisma. Tres asesinatos en los que se vio involucrado le marcaron una sentencia de cadena perpetua y a los 27 años se le encontró ahorcado en su celda mientras, vaya ironía, su equipo Los Patriotas de Nueva Inglaterra eran recibidos en la Casa Blanca por Trump. A este individuo como a muchos otros jugadores de fútbol americano se le detectó una grave enfermedad conocida como ETC (encefalopatía traumática crónica), la cual produce una degeneración cerebral irreversible producto de constantes golpes en el cráneo. Esta sólo se detecta luego de practicar la autopsia y se caracteriza por cambios violentos de conducta (bipolaridad), ansiedad y depresión progresiva. Aaron hasta el momento es el sujeto más joven con un avanzado y grave crecimiento de la enfermedad. A Aarón se le sumaron varios eventos. Al parecer fue abusado sexualmente en su infancia, era homosexual reprimido y drogadicto. Esto me llevó a reflexionar acerca de algunos temas vigentes y en constante debate político/social. Uno importante, la legalización de la marihuana. Aarón era adicta porque tenia facilísimo acceso a la droga. La consumía con frecuencia y demás de recibir fuertes medicamentos antes de los partidos para aguantar los dolores de los golpes. Su evidente dependencia a la droga lo llevó a asociarse, por delitos de persecución y paranoia, con maleantes, distribuidores de droga y asesinos. Su deformación lo llevó como a muchos a autoherirse la piel con tatuajes y así dejar códigos y mensajes, unos familiares otros relacionados con los asesinatos. Estas combinaciones de droga, maleantes y tatuajes nos dibuja claramente la degradación social aceptada bajo esquemas de tolerancia y libertad. El uso de drogas aceptado por las capas sociales permiten que nuestros jóvenes enfermen su cuerpo y alma sin remedio. He tenido la ocasión por varias veces de visitar San Francisco en California y no hay sitio de la urbe que no apeste a la marihuana. Jóvenes drogÁndose en plazas públicas, muchos al abandono, casi todo o todos tatuados y una importante mayoría orinados y tirados inconscientes en el pavimento. Pero está permitido. Quizá la historia de Aarón un joven de 20 años firmando contratos por 40 millones de dólares, sea conmovedora y/o aleccionadora. Pero es el retrato de los excesos en todos sentidos y la forma en que estos sujetos se convierten en eje de vida para niños, en ejemplo mal interpretado por los medios de comunicación que festeja sus vanidades, lujos y excentricidades.Aquí en México lo hemos visto al engrandecer las idioteces de un jugador hasta convertirlo en gobernador fracasado. Así es, la historia de Aarón Hernandez, un jugador estrella, asesino, drogadicto y homosexual que diría Diego Venegas, conmueve.