Recibí y leí con fuerte impacto el listado de los centros comerciales que habrán de cerrar, completos, durante los
próximos 30 días, que esperamos sean los días suficientes y no más. Me preocupa el freno a la economía que se venía dando por las pésimas disposiciones con aquello de la “austeridad republicana” y el disfrazado combate a la corrupción. El primer golpe se vino cuando amlo decidió cerrar las válvulas de suministro de combustibles argumentando un combate al huachicoleo (plan fallido también) y que en realidad esperaba cerrar convenios con Estados Unidos y otorgar beneficios comerciales a Venezuela. Luego las tasas crecientes de desempleo. Pero la gente tenía aún trabajo, prestaciones, salario. Ahora todo eso se frena y diríamos, es por una medida sanitaria fuera de tiempo y sin alternativas. Llegamos a ese extremo porque el propio presidente jugaba con sus besos, con sus abrazos, con la invitación a salir a las calles y restaurantes, a su rebeldía a protegerse y extender el riesgo de infección no sólo a su familia, sino a sus colaboradores y a la población en general. Sus desplantes, sus pifias, sus malas bromas, pero lo peor, sus decisiones nos han llevado a estos extremos y tiene que reconocer, que lo dudo, sus equivocaciones. Todos aquellos que aún simpatizan con él, que lo defienden en todo y por todo y que llegan a los ataques baratos, bajos, ruines y majaderos, tendrán que tragarse sus opiniones y aceptar que los primeros perjudicados son ellos y por dos razones, uno, porque defienden lo indefendible , dos, porque se han quedado sin empleo. Amlo menosprecio a la pandemia, dio la espalda a los gobernadores, continuó irresponsablemente acercándose a la población, decidió ir a contrapelo de las disposiciones mundiales. Aqui están las consecuencias pero estamos hablando de dos asuntos muy sensibles, comer y salvar la vida. No ha sido prudente, ni decente. Hay un malestar creciente, por ejemplo, entre las fuerzas armadas, debido a que mientras a los soldados los asesinan o caen en emboscadas y peor aún en humillaciones callejeras por rebeldes Inconformes, el presidente va a comer con la familia del capo más sanguinario de las últimas décadas. A esto, permitirá la tramitación “humanitaria” de una visa para que como la madre del Chapo, todas mamás de sicarios extraditados tengan los mismos derechos y privilegios que la sra Consuelo? Pero además, vuelvo a preguntar, cuantos cinturones de seguridad de sicarios tuvo que pasar el presidente y su corta comitiva (sin periodistas) para llegar a saludar a la anciana. Cuàntos de ahí presentaban órdenes de aprehensión y cuantos han disparado contra los soldados mexicanos?. Esos disparates del mandatario han colocado al país en altísimo riesgo y somos, no la crítica, sino la burla mundial. Pero habremos de esperar el mensaje presidencial el próximo domingo para que observemos que la política pública actual estará bajo las condiciones de “lo que diga mi dedito”.