Situada en una zona geopolítica clave, NorCorea, se presenta por su músculo fundamentalmente
militar. Son añejos los problemas con su país frontera: Corea del Sur. En el norte apuestan por la dictadura y la guerra, los sureños van más por el libre mercado y la alianza con los países occidentales. Casi al inicio de la administración de Trump la amenaza de una confrontación, incluso nuclear, fue tema durante varios días. Los desafíos eran crecientes. Los Norcoreanos exhibiendo en desfiles callejeros su arsenal, los misiles de “experimentación” de largo alcance caían en los mares japoneses y el reto era atinarle a Hawaii y medir posibilidades de llegar a San Francisco y/o Los Ángeles. La arrogancia de Trump lo llevó a declarar que sus “misiles eran más hermosos”. Por fortuna la refriega de insultos y advertencias bajaron de tono. Corea del Norte, geográficamente, está, digamos entre dos potencias nucleares: China y la India, pero también su cercanía con Rusia hace más difícil el rompecabezas. En los últimos días se informó, a través de la inteligencia estadounidense, que falleció el líder y dictador Kim Jong Un lo que provocaría un cisma y más cuando podría ser su hermana, Kim Yo Jong, de tan sólo 30 años la que tomará en su totalidad el poder en una nación que mantiene una marcada tendencia varonil en los cargos militares y de gobierno más relevantes. De un patriarcado absoluto a un matriarcado dominante es la ruta. Sin embargo el dedo está sobre el nada grato botón rojo y ya sea que este quede bajo un barniz de uñas, el peligro persiste.