“Hoy cumplo un año de estar privada de mi libertad injustificadamente. La venganza de unos, la cobardía y el silencio cómplice de otros, y una procuración de justicia selectiva me tienen aquí.”
Así envió un mensaje Rosario Robles desde la celda donde permanece sin libertad. Rosario es una mujer de mucha controversia. Si revisamos su biografía encontraremos caminos inciertos, equivocaciones, aciertos, un un recorrido muy sinuoso y escabroso en la política. Mujer de izquierda, activista que fue subiendo peldaños a esfuerzo propio. Economista egresada de la UNAM y que ha ocupado cargos de relevancia y decisión. Diputada, Secretaria de Gobierno con Cuauhtémoc Cardenas en la primera administración de izquierda perredista y legítima en el Distrito Federal, jefa de Gobierno de la capital desde donde apoyó las aventuras políticas de Andrés Manuel para luego entregarle el cargo al tabasqueño, después de Amalia Garcia presidenta del Partido de la Revolución Democrática (institución que vio en su dirigencia a un personaje como Porfirio Muñoz Ledo quien había sido ya presidente del PRI y que accionó desde esa plataforma cuando estalló el conflicto zapatista en el 94 viendo cómo sus “tribus” asaltaban empresas de radio en Chiapas), Secretaría de Desarrollo Social en la administración de Enrique Peña Nieto después de un evidente y público rompimiento con Andrés Manuel por las traiciones del hoy presidente, Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano también con el mandatario mexiquense. Mucho se comentó que se adhirió a la campaña de Peña para favorecer con el voto amarillo al tricolor. Ella conocía y manejaba muy bien a los grupos que podían aportar músculo en los ejercicios electorales. Fue una mujer crucificada y sirvió de botín político por su romance con el argentino Carlos Ahumada, que de ser un evento íntimo pasó a una escalinata peligrosa de acusaciones, difamaciones y señalamientos hasta de corrupción con la intensión de ligarla a René Bejarano y su cínica repartición de dólares en paquetes con ligas junto con a Carlos Imaz entonces marido de Claudia Sheinbaum, (veamos dónde está Bejarano y Dolores Padierna y Sheinbaum hoy día). Conozco su alto sentido del valor para con sus amigos, ahí se entrega sin negociación alguna. Lleva un año en la cárcel por haber tenido la energía y responsabilidad suficiente de comparecer ante las autoridades judiciales correspondientes por desplegados públicos, nunca con confirmados, que la señalaban de desvíos del erario público que hasta el momento no se han comprobado. Llegó porque así ella lo decidió, evitando que se ensuciara su nombre por motivos de revanchas y facturas políticas y ya no la dejaron salir, justificando que podría darse a la fuga. En el colectivo se le considera una especie de presa política que beneficia, o eso pretende, a la imagen “incorruptible” del presidente. El 18 de septiembre del 2019, la Secretaria de la Función Pública la inhabilitó por 10 años para ocupar un cargo público porque indicaron falseó sus datos en el acto patrimonial (y Ackerman y Bartlett?). Aquí si podemos ver cómo a los enemigos, más no adversarios, se les manda una aplicación maniquea de la ley. Si Rosario resulta culpable que se le apliquen sanciones, si no hay pruebas que se le libere. Lo grave es que el Fiscal de la nación ha justificado el trato privilegiado a Lozoya porque está denunciando, eso dicen, nombres (en Colombia les dicen sapos, en el imperio “testigos protegidos”). Así la justicia se aplica de acuerdo a la moral de los acusados. Si cooperan hay consideración, si no tienen a quién salpicar, prisión. Repito, si Rosario cometió delito y se le comprueba que se le dicte sentencia, si no es así estamos en un serio riesgo de que las cárceles sean ocupadas por antagónicos al gobierno mientras a reos peligrosos se les preliberan, aseguran, por hacinamiento y contagios de coronavirus.
*Presidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y tv
*Conductor del programa Va En serio MexiquenseTV canal 34.2