Los resultados del peritaje del desplome de un tramo de la Línea Dorada de una empresa noruega/alemana que Sheinbaum contrató
y presumió la incriminan directamente a ella y a Ebrard en la tragedia. Después de que el diario El País publicó lo que ella trataba de esconder, se vio obligada a responder ante la ciudadanía. Horas antes señalaba que era una campaña difamatoria, ahora intenta salvarse de ir a la cárcel. AMLO afirma que confía en la Jefa de Gobierno, pero no se trata de eso, sino de dar con quienes procuraron un “incidente” que le costó la vida a 26 personas y en la administración de la comadre del presidente, Florencia Serranía, ni fue el único evento de esa magnitud y las muertes de otros usuarios y una policía fueron evidenciados. Sheinbaum aún, con todo, está enfocada a su estrategia electoral, es su única preocupación. Por ello se anda paseando por distintos Estados. Ebrard igual, ya no desea que se recuerde su autoexilio en Francia, huyendo precisamente de las consecuencias del mal estado del Metro, pero más aún, de las sospechas de corrupción con su aliado Mario Delgado. Todos estos personajes lejos de la confianza presidencial deberían estar fuera del gobierno y con carpetas de investigación. De hecho, en sus justificaciones públicas se han vuelto cínicos al grado de descalificar a investigadores extranjeros que confirman que esto no se trató de un par de pernos. Hoy se sabe que la Fiscalía a cargo de Ernestina Godoy cerró en diciembre la indagatoria a Florencia Serranía por presuntas fallas en mantenimiento del Metro; colegios de abogados ven encubrimiento. El hecho es que entre más declaran los involucrados, más se hunden. Resulta que el gobierno de la CDMX trata de realizar un peritaje al peritaje. Las irregularidades ya no son en el mantenimiento del Metro, sino las conclusiones de DNV. AMLO y su gente se están manchando en el pantano que dicen, no les toca ni las plumas.
CARLOS RAMOS PADILLA*
@cramospadilla
Conductor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 34.2 izzi 135