Uno de los antes monolíticos tres poderes de la Unión está débil, cuestionado, fracturado y perdiendo credibilidad.
El Poder Judicial está en problemas. Hoy corroboramos que se ajusta a las disposiciones de otro poder, el Ejecutivo, vemos que los magistrados a modo complacen al presidente y otras personalidades como Olga Sanchez Cordero han sido humillada en público por el mandatario, guarda silencio, concede y todo esto obligó a calificarla como “florero”. El caso de Yasmín Esquivel es además de ridículo extremadamente peligroso. Los negocios del marido, las facilidades para adquirir un terreno en Santa Fe, la incondicional vergonzosa al presidente, la reiterada historia de ser tramposa, cometer un delito contra la UNAM y todavía forzar la mordaza a la Casa de Estudios que la formó nos retrata de qué tamaño es la cloaca. El juicio a Garcia Luna, al Chapo e incluso la detención del general Cienfuegos nos escupe en la cara como allá ejercen el Estado de Derecho mientras aquí nos colgamos medallas que no nos corresponden. Corrupto le etiqueta el gobierno el calificativo a Garcia Luna porque allá un jurado así lo determinó, aquí ni pruebas hay. Los ministros de la Corte permiten que se construyan paredones públicos en plazas y alamedas para enjuiciar a expresidentes mientras se protegen los derechos de delincuentes y se esconden las trapacerías de políticos llevándose fajos de dinero en efectivo. Vemos cómo a personajes probados en la delincuencia electoral reciben la bendición para ser candidatos a gobiernos. Aplaudimos a defraudadores y dejamos que a capricho se gasten, malgasten, los recursos para enfermos y pobres en trenes turísticos o bodegones ampliados a razón de aeropuertos. Pero estamos felices, allá dieron un veredicto y abrió la posibilidad de perseguir mediáticamente a un expresidente, todo para ganar espacios en el poder porque por lo demás no hay testimonios ni comprobación de delitos como fue la suspensión del aeropuerto de Texcoco acusando corrupción que en casi cinco años no se ha probado mientras la Corte solo observa como cotidianamente se regalan infundios y acusaciones sin ninguna sanción. Pero el gran escándalo es que la titular de la Corte, la ministra Piña, ni se puso de pie para halagar el ego del tabasqueño, a la mejor “estaba cansada” se burló el presidente. Es más fácil en este país que llegue una pizza que una patrulla o ambulancia. Es más fácil preliberar a reos que educar para prevenir delitos. Es más fácil observar al presidente comer ya quizá con familiares de capos que acudir a solidarizarse con los deudos de una tragedia en el Metro que ha quedado impune echándole la culpa a unos pernos. Tanto el Senado como la Corte solo observan cómo se determina que otros gobiernos en otros países son “espurios” y se violan tratados y convenios internacionales que ninguno se atreva a levantar la voz por el miedo de ser sellados con un “conservador rancio y corrupto”. Aquí no son capaces de presentar ante la opinión pública a Ovidio Guzmán, pero el tema cotidiano en el tiempo presidencial es hablar de los delincuentes mexicanos exhibidos en tribunales en el extranjero. Dígame entonces si me equivoco al señalar que la justicia mexicana es cuestionada y llega el extremo de la desconfianza y sino preguntemos a Rosario Robles, Emilio Lozoya o Murillo Karam.
CARLOS RAMOS PADILLA
@cramospadilla
*Condcutor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 34.2 izzi 135 y mexiquense radio