Si un evento tiene enorme significado en la vida institucional de la Nación es cuando el nuevo presidente asume el cargo,
protesta hacer cumplir las leyes y se le impone la banda presidencial.
Llevará entonces bajo resguardo, frente a su pecho, los colores de la bandera y el Águila Nacional. Es para la historia un momento estelar.
Sin embargo desde el liderazgo de AMLO y “su movimiento”, las formas rompen el fondo. Terco y necio se plantó el tabasqueño en “su” zócalo para autonombrarse “presidente legítimo” figura que solamente ridiculizó al protagonista y a quienes le acompañaron para aplaudirle a su inmenso ego.
Y ahí Rosario Ibarra, personaje mediático central de AMLO, le impuso la pirata banda presidencial. Así jugaban pues a su ilusión de poder sin poder. Curioso pero a Rosario Ibarra la elevan a una categoría que no mereció nunca y hoy menosprecian a enormes mujeres con valor que rascan la tierra en busca de sus hijos desaparecidos. Esa de contradictoria es la esencia del tabasqueño.
Luego al asumir constitucionalmente el cargo de presidente, AMLO recibe la banda presidencial de manos de quien al final de sus días fue un duro adversario, fuerte crítico y enemigo abierto: Porfirio Muñoz Ledo quien abandonará al PRI por no encontrar espacios para su soberbia republicana y se convirtió en presidente del PRD para decir a las ambiciones de AMLO.
Ahora al preguntarle a Claudia Sheinbaum, a las entrada de su casilla después de sufragar, por quién votaría señaló que por Ifigenia Martínez, la formadora de un sistema político priista de la mano de Salinas de Gortari, Lozoya, Gonzalez Pedrero y Camacho Solís.
Todo indica que Sheinbaum solicitará que sea la economista Martínez quien le imponga la banda presidencial. Así se crean héroes al momento, a las circunstancias y al capricho de los triunfadores. Ibarra de Piedra y Martínez Hernández no tiene mayor significado más que para una corriente ideológica arribista.
Debo reconocer los enormes méritos académicos (incluso egresados de Harvard para molestia del tabasqueño) de la Sra Martínez, su valor universitario es importante, pero como figura de una izquierda contestataria al lado de Cuauhtémoc Cárdenas deja mucho más a la ilusión que a la realidad.
Ifigenia destaca más por su biografía priísta que en lo sucesivo: fue asesora en Educación Pública de Jaime Torres Bodet, trabajó con Ortiz Mena en Hacienda y jefa de la Oficina de la antigua secretaría de la Presidencia. Se desempeñó como subsecretaria en la Secretaría de Hacienda, fue elegida diputada federal de la L Legislatura por el PRI en donde ocupó la presidencia de la comisión de presupuesto, embajadora en la ONU y miembro de la comisión consultiva de política exterior en la Secretaría de Relaciones Exteriores.
De Ibarra de Piedra lo sustantivo fue que era madre de un secuestrador, momento de la 23 de septiembre y protectora de migrantes ilegales miembros de bandas “revolucionarias” desestabilizadoras de regímenes.
Muñoz Ledo es otra historia. Uno de los universitarios con enorme coeficiente intelectual, estadista, diplomático, hombre de Estado pero equivocado por su protagonismo exagerado. Se asfixió protegiendo a AMLO que finalmente (como es costumbre) lo acabó traicionando. Porfirio murió profundamente decepcionado del poco ético valor que le ha dado AMLO a la política y a la presidencia. Pero estos tres personajes han sido para los mesías izquierdistas quienes merecen entregar la Banda presidencial.