En las últimas horas, reduciendo mi esperanza por cambios significativos, he registrado momentos que me hacen
dudar de la posibilidad de encontrar rumbos nacionales diferentes. Primero, por la evidente imposición de varios miembros del gabinete. Eso coloca grilletes para la nueva administración. Bien dicen algunos que ya empezó el segundo sexenio de amlo con la modalidad del “home office”. Segundo, el ceremonial republicano del cambio de administración celebrada en el Congreso fue más de esos asambleísmos morenistas ofreciendo culto a amlo y desafiando a la oposición como ejercicio de soberbia mayoritaria. Tercero, ningún cambio o reconsideración a la Reforma Judicial. Cuarto, la postración con banda presidencial de Sheinbaum al tabasqueño y a Manuel Velazco a quien le beso la mano totalmente agachada y justificando que lo hizo porque “me besaron la mano y regresé el beso”. Quintó, el uso reiterado de frases y chascarrillos de amlo sin presentar ideas frescas, innovadoras, sobresalientes. Innecesario reproducir las consignas porque Sheinbaum en el Congreso y en el zócalo se encargó de corearlas con la gente incluyendo el no mentir, no robar y “jamás” traicionar. Sexto, el reproducir las “mañaneras” ahora “del pueblo” en donde,fraccionadas por temas, insistirá los miércoles en el “detector de mentiras”autonombrandose inquisidora o auditoría social pero escuchando que Rosa Isela asegura públicamente que el país “esta en Paz”. Ella afirmó que “la política se hace con amor no con odio”. Incluyo en este apartado que la presidenta recriminó al Rey de España haber omitido responder la carta que envió AMLO en donde solicitó disculpas públicas por las “atrocidades” del pasado; “no es meter debajo de la alfombra los hechos”, reprochó. Séptimo, prometer lo que amlo no cumplió en 6 años: esclarecer el caso Ayotzinapa al tiempo de sólo señalar que continuarán las investigaciones sobre la recurrente violencia y muerte en Culiacán. Octavo, tratar de legitimar su gobierno recordando los hechos del 68 bajo la sobre de Pablo Gómez en tanto se exhibieron los graves señalamientos de Gustavo Petro, presidente de Colombia, asegurando que Sheinbaum fue guerrillera del M-19 en los 80, pues en 1985 ese grupo asaltó el palacio de Justicia de Colombia, con ayuda de Pablo Escobar y el Cartel de Medellín, matando a 94 personas. Noveno, gobernar con un acento extremo en el feminismo como un ejercicio reivindicatorio pasado de moda. Hoy, como nunca, las mujeres ocupan espacios de decisión y como ejemplo estaba ahí a su derecha Norma Piña a quien consistentemente amlo ha atacado, menospreciado y ofendido. Y décimo, no ofrecer disculpas por los 200 mil asesinatos en el sexenio de AMLO, no reconocer la fallida estrategia de seguridad y presentar a Pablo Gómez, lo referí línea antes, como testigo de un evento hace 56 años pero no dar espacio y apoyo a Ceci Flores, madre rastreadora que enseña valentía y determinación ante hechos reales: el crimen impune y desaparición de mexicanos en el México contemporáneo. Debo reconocer la categoría con que Xochit Gálvez reconoció y felicitó el triunfo de Sheinbaum. Sin embargo la presidenta omitió el tema y a su oponente. Cuestión de clase.
CARLOS RAMOS PADILLA
*Conductor del programa VaEnSerio izzi 135 y radio mexiquense. Meganoticias, TVC.