Me parece de alto riesgo concentrar en asambleas a miles de personas para impresionar, más no resolver, los conflictos
de talla internacional que provocó el mismo régimen. La situación de violencia interna de México no se la debemos a Nadien, sino, a nosotros mismos, por consentir a un gobierno tolerante con los grupos criminales, dedicados a asesinar a miles de personas con balas o con drogas. El costo de permitirles financiamientos para convertirse en administradores del país. Intentar movilizar a la sociedad, en una mal llamada unidad, es irremediablemente tropezar en el fracaso. La unidad debe ser para construir, para alentar, para crecer, para formar una comunidad más justa protegida por un ejemplar Estado de Derecho. Llamar a aplaudir medidas reactivas y de desafío a otras naciones cuando aquí el estiércol apesta cada día más no es alentador. Llamar a otras naciones a sumarse a “nuestra” causa para enfrentar a nuestros socios no da buena señal. México, durante el gobierno de AMLO se ganó la desconfianza internacional, salpicó al mundo enviando a personajes indecentes e inexpertos como embajadores, intentó desaparecer a la ONU, a la OEA, se alió con dictadores y tiranos, el entonces secretario de relaciones exteriores que avaló los ataques a España y al Vaticano, es ahora el negociador de los tratados con Estados Unidos. Imaginemos que en un acto de alta investidura se llamará a personajes de altísima valía como Agustín Carstens. Aquel que como embajador de México en Naciones Unidad no se atrevió ni a defender a la UNAM cuando desde Palacio intentaban desmoronarla en su valor y atentar contra su economía, es el titular de la diplomacia nacional. Así y con esto, asociándose con matones, observando como los más peligrosos y poderosos capos son mexicanos y aprehendidos en Estados Unidos, cuando aquí los precursores entren desde Asia por nuestras aduanas y se operan narcolaboratorios para producir fentanilo, no tenemos moral para dar la cara a miles en asambleas callejeras. Los enemigos de Trump, nuestros enemigos y los del mundo son los sicarios, criminales y terroristas. Eso no es atentar contra soberanías, a eso se le llama poner orden, aplicar las leyes y edificar nuevos esquemas, sistemas de salud y educación de vanguardia. Al planeta le valen dos pepinos que Delfina Gómez prometa llevar a 140 mil acarreados al zócalo cuando representa a un partido que incluso pretende atentar contra la propiedad privada o sumir a la Suprema Corte en un pantano. A nadie le deberían de importar las cuotas partidistas de acarreados cuando la propia ONU está por declarar a México productor y consumidor de fentanilo u observar que los sicarios poseen un enorme armamento que si bien se fabrica en USA, alguien del gobierno deja pasar por puertos, aeropuertos y carreteras federales. Para llamas a concentraciones del pueblo hay que tener las manos y conciencias limpias y no proteger a funcionarios corruptos y saqueadores, a recibir escombros políticos a cambio de información e impunidad, a abusar del erario colocando a parientes y amantes. Salgamos a las calles a defender a nuestros enfermos que no encuentran camas en hospitales, eso de de grandeza. Mentira que salir a la calle es que la nación tome sus decisiones soberanas. La capacidad del país no se mide así. Cuando el propio gobierno sea capaz de llamar a cuentas al expresidente por aventarnos a esta crisis, sacarlo de su guarida y exponerlo, entonces la sociedad no tendrá que ser llamada a llenar el Zócalo, sola, independiente y agradecida saldrá a las calles a aplaudir y reconocer a las autoridades. En el momento que en México se aplique la ley y los verdaderos delincuentes acaben en la cárcel haya nuestro lenguaje y actitudes van a cambiar, ¿en serio. O qué a cada ajuste de cuentas habrá mítines? Justin Trudeau ya lo señaló, no vamos a caer en la baja pelea, “no nos vamos a echar para atrás, nuestra misión es vigilar el bienestar de los nuestros”. En pocas palabras no se vincularán a una pelea de barrio a navajazos.
CARLOS RAMOS PADILLA
*Conductor del programa VaEnSerio izzi 135 y radio mexiquense. Meganoticias, TVC