Alguien tuvo la ocurrencia de que había que realizar un ranking mundial para insertar los índices de medición acerca de la violencia en todas las ciudades del mundo. También decidió que no habría necesidad de estratificar a los conglomerados poblacionales más que por número para no restar importancia a lo que se buscaba. Para decirlo de otra forma, lo que en
realidad quería quien diseñó este tipo de mediciones era mostrar crudamente los sitios donde los delincuentes operan de la forma más atroz para quitarle la vida a otros. Lo que se mide es la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes, y con ello se cataloga a las cincuenta ciudades más violentas del mundo.
Cualquiera pensaría que el estudio está dirigido a desgastar ciudades por todos lados, sobre todo en aquellas donde las afamadas pandillas norteamericanas hacen de las suyas sin que nadie pueda oponérseles. Al menos así lo retratan las películas producidas en el vecino del norte porque es una industria que también sirve para mantener el control de amplios sectores poblacionales por parte del llamado Establishment, esos hombres y mujeres formados en la zona dorada de Massachusetts para que rijan los destinos día nación. De ahí que la formación y conformación de esos estratos sociales este regida por normas que surgen del liderazgo de aquellos que forman parte de la elite que da dirección a la nación más poderosa del mundo.
Pero la realidad indica que pese a lo que ellos mismos plantean como un fenómeno social producto de la acentuada delincuencia de muchas de sus ciudades, lo cierto es que, o han perdido la brújula en ese sentido, o no se han enterado de que ya fueron rebasados con mucho desde hace algunos ayeres. La medición indica, por cuarto año consecutivo, que la ciudad hondureña de San Pedro Sula ocupa el primer lugar con una tasa de 171.20 homicidios por cada cien mil habitantes. Por cierto, esta medición se realiza en ciudades mayores a los trescientos mil habitantes.
Hasta ahí las cosas se insertan dentro de la normalidad, pero hay algo que tiene que llamar poderosamente la atención de los mexicanos. Y no es que debamos pensar la forma de evitar que ese ranking nos alcance, porque de una u otra forma podemos decir que las cosas en este país están peor de lo que imaginábamos. Por lo pronto Acapulco es la tercera ciudad más violenta del mundo, lo que debe preocuparnos y ocupar a quienes nos gobiernan. El problema esta en que dentro de las cincuenta ciudades más violentas del mundo, México tiene insertas a nada menos que 10 ciudades, es decir, que la quinta parte de las ciudades más violentas del mundo están en México: Acapulco, Culiacán, Ciudad Juárez, Ciudad Obregón, Nuevo Laredo, Ciudad Victoria, Chihuahua, Tijuana, Torreón y Cuernavaca. Así de simple, y lo único que nos resta es decir que cada día estamos más jodidos y cada día nuestros gobernantes son más ladrones y más incompetentes. Al tiempo.
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