Muchas veces me he preguntado que es lo que piensan cada uno de los gobernantes de este país porque hasta ahora lo único que están demostrando es que saben administrar muy bien los problemas, pero de ahí a resolverlos hay mucha distancia. Cada día que pasa la acumulación de rezagos en las estructuras gubernativas del país nos dicen que la tónica del alargamiento de los conflictos para no tomar decisiones es producto del miedo antes que de la paciencia o la prudencia, y eso es algo que comienza a afectar severamente a la sociedad a causa de la inamovilidad de las estructuras de gobierno. La aplicación de la justicia sigue siendo una simple aspiración porque no existe poder humano que motive a quienes nos gobiernan para imponer la ley a los transgresores que todos los días atentan contra la convivencia armónica de los mexicanos en varios estados.
El fenómeno delincuencial que estamos viviendo en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán, habla de un plan preconcebido desde hace muchos años, porque quienes encabezan el descontento sabían que había que esperar pacientemente para apoderarse de las decisiones y por consiguiente del control de los recursos públicos aplicados al sector educativo, y de los que han medrado durante varios años para socavar esa frágil institucionalidad en que se mantuvo la educación durante el tiempo en que se incubo la rebeldía. Cuando escucho a quienes detentan el liderazgo de las secciones retardatarias que controlan a la fuerza magisterial en los estados mas atrasados del país, me duele la pobreza a que hemos condenado a esos niños que son ahora rehenes de una caterva delincuencial que hurta, saquea, destruye, agrede, somete y arremete con un odio que solamente ellos sienten contra los mexicanos que anhelamos alcanzar La Paz y la tranquilidad para dedicarnos a buscar el crecimiento que nos permita sacar de la pobreza a nuestros pueblos.
Es cierto que los mexicanos somos mas que nuestros problemas, pero hasta en tanto quienes nos gobiernan no se decidan a imponer la ley y el orden, seguiremos incrementando el número de pobres a causa de la vulneración del derecho a la educación consagrado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Negro el panorama para los pobres por el perfil delincuencial de los presuntos encargados de preparar a nuestros hijos para un mejor futuro, y por la medrosa timoratez de muchos gobernantes que prefieren la comodidad de su oficina y sacrificar a los demás con tal de no aplicar el peso de la ley y tener que enfrentar las reacciones de pandilleros especializados en la confrontación.
Es valido tener miedo, porque es parte de la condición humana. Lo que no es valido es tenerlo cuando se cuenta con la razón y el poder de la ley para enviar a la fuerza pública a someter a quienes encabezan a esas gavillas de delincuentes que se dicen profesores. Lo único que espero es que el miedo no se esconda en la prudencia, porque entonces estaríamos condenados a la tiranía de los descastados que asuelan al país y pretenden apoderarse de nuestras voluntades colectivas para someternos a sus designios. La pregunta que hago a quien encabeza el gobierno de este país es: ¿Para cuándo impone la ley? Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.