Discriminación

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Discriminar significa separar, diferenciar o excluir a alguna persona, o tratarla como un ser inferior, o privarle de derechos, por ciertas características físicas, por sus ideas, por su religión, por su cultura, por su orientación sexual, por su

posición económica, u otros motivos aparentes. Este menosprecio hacia el considerado “diferente” afecta su dignidad humana, y lo somete a maltratos y abusos. Pero hay que señalar que en este país la discriminación ha sido una constante. La condición social es la más recurrente porque desde tiempos inmemoriales hemos hecho sorna de aquellos que en ocasiones no tienen para llevar un mendrugo de pan a la boca, y a quienes hemos mantenido en la misma circunstancia desde que decidimos emprender nuestra emancipación.

Una forma positiva de discriminación sería diferenciar los grupos o personas con mayores carencias, con el fin de ayudarlos, es decir acudir no tan solo a las predicciones y mediciones acerca de la pobreza, sino participar activamente en la solución del problema a través de la articulación de esfuerzos tendientes a mejorar la calidad de la educación y a promover la generación de habilidades ente la población joven, que al final es la que está resultando más afectada a causa de esa discriminación a la que los han sometido los maestros aglutinados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, y porqué no decirlo, de los propios gobernantes que nada hicieron por evitarlo.

Discriminamos por cuestiones económicas, por distinciones raciales, por condición social, grado de estudios, ocupación laboral, orígenes poblacionales, por lo que no se tiene, por lo que no se alcanza, por lo que sea, pero siempre estamos discriminando a los demás. Lo de la raza, condición social o preferencias sexuales es lo que identifican las disposiciones legales, pero lo hacemos por cualquier motivo como si fuera una vocación o una expresión cultural. En la Secretaría de la Defensa Nacional nuestros soldados se precian de ser valientes, pero también de discriminar a quienes son diferentes. Varios militares han sido despedidos por su condición sexual, y lo peor de todo es que se les obligo a abandonar el empleo por haberse contagiado del Virus de Inmunodeficiencia Adquirida, conocido vulgarmente como Sida.

Por primera vez en su historia, la Patria ofreció disculpas a soldados que fueron despedidos y segregados por tener Sida. Tuvo que ser la Corte Interamericana de Derechos Humanos quien enmendara la plana a los tribunales militares por actos de discriminación cometidos en contra de los milites. "Que las fallas del pasado sirvan como base para aprender y construir una sociedad de derechos más sólida" señaló el titular de Gobernación en el acto reivindicatorio. En el discurso suena bonito, pero en los hechos el Estado Mexicano se tardó cuatro años en reconocer la falta y en reparar el daño. Y eso habla de una burocracia discriminatoria que todo lo resuelve tarde y en la mayor parte de las veces obligada. No tan solo se discriminó, se dejó de reparar el daño durante más de siete años. Esa no es la justicia que queremos los mexicanos. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.