En este país últimamente las cosas no andan lo bien que quisiéramos. Pareciera que la política se nos ha vuelto irracional, y que por ahora la principal finalidad es el exterminio del adversario. Al menos así lo indica el lesivo comportamiento que
han adoptado muchos de los diputados y senadores de la oposición que mas que razonamientos se han dedicado a verter el odio que sienten por quien encabeza el Gobierno Federal. Resulta evidente e innegable esta afirmación, y pareciera que el odio acumulado es el principal valladar para alcanzar acuerdos que nos permitan transitar sin sobresaltos lo que resta del mandato de Enrique Peña Nieto.
Si bien es cierto que el ejercicio de la política no es para santos, también es cierto que hace tiempo que entramos en una espiral de odio que se refleja en nuestra mermada calidad de vida, y en la falta de decisiones colectivas que mejoren la calidad de nuestros representantes populares. El llamado que hizo el Senador Javier Corral Jurado en la tribuna mas alta del país debiera alertarnos de esa tendencia entreguista de algunos sectores de la derecha, pues ahora resulta que para el legislador chihuahuense los mexicanos no somos capaces de contar con razonamientos en suficiencia para resolver nuestros problemas.
Este tipo de conductas ha sido recurrente entre los conservadores del país. Así lo registran las páginas de nuestra historia, y nos ha costado bastante cara recuperar la dignidad. No se hasta donde pretenda ir el senador Corral Jurado, pero si de algo podemos estar seguros es que la mayor parte de los mexicanos no queremos transitar un sendero de esta magnitud. Pretender traer a un fiscal internacional para que resuelva la investigación en torno a la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa es aberrante. Quizá nunca haya escuchado que nuestra política exterior está sustentada en los principios de la no intervención y el respeto a la solución pacífica de las controversias. Ojalá algún día entienda que los odios que ha acumulado a los largo de su trayectoria son producto del resultado de sus acciones, porque ni siquiera es bien visto por los propios panistas.
Pero en los momentos que vive el país quizá el exabrupto del señor Corral pueda pasar como una anécdota más, y lo que verdaderamente nos tiene que hacer reflexionar es esa tendencia de culpar de todos nuestros males al Presidente de la República. Quizá la política se alimente en algunas ocasiones de discordias, pero no de ese odio irracional que algunos manifiestan contra quien es responsable de la conducción del país. El camino de la mendicidad política no es el mejor. Culpando de todo al señor Peña Nieto no es como vamos a salir de nuestros problemas. Eso solamente habla de un afán destructivo de muchas organizaciones sociales. Ayotzinapa no puede seguir siendo el motor del odio como lo promueven algunos. Claro que necesitamos que los demás responsables, como es el caso de Ángel Aguirre Rivero, enfrenten a la justicia, pero México es mucho mas que el odio de algunos. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.