La industria de la corrupción

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Quien haya sido el responsable de acuñar esa frase que señala: "Dios los hace y ellos se juntan", sabía muy bien de que hablaba. Parece mentira, pero cuando alguien es afecto a los procesos de corrupción siempre encuentra quien participe y quien se convierta en su cómplice. Las cofradías llegan a ser tan grandes y solidarias que resulta difícil discernir donde comienzan y donde terminan. Para decirlo de mejor manera, los corruptos siempre andan por ahí y se presentan a la menor oportunidad sabedores de que las tentaciones para los funcionarios públicos de hacerse de dinero fácil y rápido están en todos lados. Nuestra lamentable corrupción es un mal endémico que inicia desde la estructuración del primer municipio en la Villa Rica de la Vera Cruz, cuando Hernando Cortés soborna a sus capitanes para emprender el "Camino Tierra Adentro", y destruye los bergantines para obligar a la soldadesca a seguirle.

Aunque muchos piensen que la corrupción solamente se presenta en grupos pequeños, se ha convertido en una costumbre cultural muy arraigada si atendemos esa definición de cultura como un conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época, etcétera. La acción de corromper o corromperse es una práctica cotidiana en las estructuras gubernativas de los tres órdenes de gobierno del país. Pero como siempre hemos dicho, para que exista corrupción se requiere la participación de al menos dos elementos: el corrupto y el que lo corrompe.

Ese ha sido nuestro lamentable destino como pueblo, y explica con mucho lo que hemos venido padeciendo con la acumulación de riqueza que permite que los cuatro hombres más ricos concentren el dieciséis por ciento del Producto Interno Brito del país. Hay casos que conviene relatar en un espacio como este, que en ocasiones deja el análisis para realizar denuncias. Y la mejor muestra es ese curioso personaje llamado José Mariano Plascencia Barrios, quien fuera Director de Obras Públicas y Desarrollo Urbano en la Delegación Miguel Hidalgo, especialista en inflar obras, enajenar bienes públicos, y en desaparecer presupuestos como es el caso del Parque El Mexicanito, entre Reforma y la zona hotelera de Polanco, donde hurtó diecisiete millones de pesos.

Pero Dios los hace y ellos se juntan, porque este sujeto es integrante del equipo de Fernando Mercado, quien es Jefe Delegacional electo en Magdalena Contreras, y con quien piensa seguir asignando obras, como es su costumbre, a empresas de su propiedad. Pero hay algo que lo puede meter en problemas: firma como Licenciado y no existen registros de ello en la Secretaría de Educación Pública. Por cierto, el señor Mercado es miembro del Partido Revolucionario Institucional, y parece que después de tanto criticar a los miembros del Partido de la Revolución Democrática, ya se convenció de que para hacerse de algunos emolumentos se tiene que allegar de especialistas, de ahí que ahora su nuevo alfil de las obras sea José Mariano Plascencia Barrios. Como bien señala el refrán: Dios los hace y ellos se juntan. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.