Muchas cosas ocurren en México. Y aunque siempre decimos que la mayor parte de ellas resultan inexplicables, es simplemente porque no queremos darnos cuenta de lo evidente por lo mucho que nos puede lastimar. No es fácil aceptar nuestra lamentable realidad, pero para encontrar solución a los problemas de este país requerimos aceptar que tenemos problemas que resolver.
El de la violencia es uno de ellos, y llegó hace muchos años y se nos quedó encima de nuestro dolor. Muchas familias han sido mutiladas por la desaparición de alguno de sus miembros. Los más afortunados en esta circunstancia son los que tienen la certeza de haber encontrado sus restos. Y dentro de todo esto, la incapacidad de nuestras policías y la colisión de muchos elementos con los crimínales. Eso es lo que ocurre en muchas partes del país.
Cada día nos enteramos de la forma tan violenta en que ha operado el crimen organizado en algunas zonas de Veracruz. Y no es que el otrora industrioso y alegre estado tenga problemas similares a los que se presentan en otras entidades, simplemente es que el crimen ópera de la misma forma, con la misma violencia y la misma crudeza, porque es el camino más efectivo para mantener a raya a los competidores y para sembrar terror ente los pobladores. Tenemos que reconocer que muchos cuerpos policiales del país se han coludido con los criminales por dos razones: dinero y temor. La tragedia de los cinco muchachos desaparecidos en Tierra Blanca cuando iban a celebrar el cumpleaños de uno de ellos se origina en esa connivencia entre policías y criminales. Eso demuestra que en los tiempos que vivimos la línea de separación entre ambos grupos es muy delgada.
El pecado más grande de los Jóvenes es que iban en un vehículo con placas del Distrito Federal. Ese fue el motivo por el que los policías de los detuvieron y entregaron a los criminales. Así lo declaró Rubén Pérez Andrade, el octavo policía que participó en la detención, y que estuvo presente todo el tiempo hasta que los mataron, quemaron, molieron, y los tiraron en un río. A los jóvenes los interrogaron tres veces, y muchos han sido los macabros relatos acerca de la forma en que los criminales tratan a quien consideran sus enemigos. En la red existen videos de la brutal forma de sufrimiento a que someten a quienes consideran sus enemigos, y el amargo destino que les asignan. De acuerdo al relato del octavo policía, a los muchachos los interrogaron tres veces antes de privarlos de la vida.
Eso quiere decir que en tres ocasiones esos muchachos que nada debían y nada sabían, padecieron los brutales actos de sádicos delincuentes que pretendían arrancarles verdades inexistentes. Desde el momento en que cayeron en sus manos, una vez que los policías se los entregaron, estaban sentenciados a muerte. Sabían el destino que les depararon, y poco les importó porque estuvieron presentes todo el tiempo hasta que los mataron. Veracruz huele a muerte por todos lados. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.