La Reforma Educativa se ha convertido hasta ahora en el tema más importante para el Gobierno Federal. Pero también hay que señalar que hasta ahora poco hemos avanzado en ello porque los estándares con los que
estamos midiendo los avances resultan disimulos de acuerdo a las regiones donde se realicen. Esto quiere decir que para desgracia de nuestros hijos, el mapa de la enseñanza obligatoria no es homogéneo, por el contrario, es disímbolo y difícil de evaluar y complementar. Es cierto que no debe ser fácil instrumentar una reforma de gran calado, pero por eso se realiza desde la estructura gubernativa que cuenta con mecanismos para imponer soluciones aunque a muchos no les guste el modo.
El llamado Pacto Por México se agotó más pronto de lo esperado, y eso explica porqué seguimos siendo tan diferentes unos de otros en cuestiones políticas. El problema es que llevamos doscientos años haciendo lo mismo y salimos perdiendo los mexicanos porque nuestros políticos de una u otra forma siempre ganan. En la época del partido hegemónico, los partidos satélites giraban en torno suyo porque así convenía a sus líderes. Recibían prebendas y mantenían vigente el juego de la democracia. Después vendría la alternancia y las cosas siguieron igual. Nunca hubo mejoras en la calidad de vida de los mexicanos y seguimos en la misma tónica acumulando mucha pobreza y empeñados en fabricar nuevos ricos.
No existen a la vista buenas noticias para el país. Hasta ahora la llamada Reforma Educativa pareciera naufragar en la incertidumbre, la economía no levanta, se incrementa la tasa del desempleo, existe amenaza para la paz pública en la mayor parte del país, la delincuencia organizada se fortalece, la corrupcion se ha vuelto cínica, y el declive presidencial es evidente. Ante esto el panorama se antoja sombrío y cada vez más hostil a la legalidad. De una u otra forma todos coadyuvamos a que la situación empeore, pero también hay que señalar que la sociedad es el reflejo de la conducta de sus líderes. México necesita una fuerte sacudida y no hay alguien capaz de encabezarla. Los políticos están agotados, y la iniciativa privada cada día más alejada de la solidaridad social.