"Con esos amigos para que quieres enemigos” señala el refrán popular, y pareciera que el Presidente Enrique Peña Nieto lo ha estado viviendo en carne propia. Los amigos, hay que decirlo de forma contundente, te levantan o te hunden, y pareciera que la circunstancia del Señor Peña Nieto está dentro del segundo supuesto. Las acusaciones
de corrupción se han presentado en la mayor parte de las dependencias del esquema gubernativo de la Federación, y ha resultado un excelente filón para sus antagónicos. Dejemos de lado "La Casa Blanca”, las carreteras, los puentes, los viajes, y tantas cosas que se han dicho, y vayamos a lo que han hecho algunos de sus más cercanos amigos. Rodrigo Medina asalto las finanzas de Nuevo León, tiene cuentas pendientes con la justicia y no ha pasado nada.
No sé hasta dónde haya llegado la amistad entre el Presidente Peña Nieto y Guillermo Padrés, exgobernador de Sonora, quien hurto las finanzas del estado, utilizó el agua en beneficio propio siendo un elemento regulado por la Federación, y hasta una presa construyó para que su rancho se convirtiera en un vergel en pleno desierto. También le quitó el agua a los Yaquis y encarceló a uno de sus líderes por oponerse a la realización de su pretendido acuaférico. Tiene cuentas pendientes con la justicia y no ha pasado nada.
Roberto Borge hurto y saqueo las finanzas públicas. Otorgó concesiones a sus amigos, construyó una empresa naviera para su familia con recursos públicos, conformo células del crimen organizado desde las propias estructuras de impartición de justicia para despojar de innumerables inmuebles a empresas desarrolladores, y para quitarles terrenos que colindaban con playa a los lugareños. Pese a las evidencias presentadas en diversas investigaciones periodísticas, sigue tan campante. Tiene cuentas pendientes con la justicia y no ha pasado nada.
César Duarte decidió que ser un político exitoso no lo era todo en la vida y que tenía que alcanzar otros horizontes dentro del mundo de las finanzas, y de pronto se hizo dueño de un banco. Por mucho que diga que es producto de sus negocios ganaderos, no tiene la forma de comprobar que haya sido adquirido de forma legal y honesta, y sigue tan campante. Tiene cuentas pendientes con la justicia y no ha pasado nada.
Javier Duarte de Ochoa, ha sido el más cínico de todos porque se da golpes de pecho señalando que los únicos bienes con que cuenta están en su declaración patrimonial, pero de pronto nos enteramos que es heredero de poderosos empresarios de bienes raíces, y que su titular de Seguridad es un compulsivo comprador de bienes raíces en Estados Unidos. Lo peor para los trabajadores es que dispuso del impuesto sobre la renta que debió trasladar al SAT, y ahora lo tendrán que pagar ellos.
Sin lugar a dudas el Presidente ha sido demasiado tolerante con sus amigos, al grado de que su partido perdió importantes gubernaturas por causa de sus excesos en materia de corrupción. Francamente no se entiende el porque de la permisibilidad y la tolerancia. Quizá haya perdido la proporción de las cosas, pero debiera tomar en cuenta que el juicio de la historia será bastante duro con él mientras los ladrones gozarán de su impunidad y sus riquezas. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.