El escándalo que viene

sinpunto

Si de seguir con los escándalos de corrupción en este país se trata, hay muchas cosas que podemos decir de algunos de nuestros políticos y líderes sindicales que cuentan con un historial de hamponería que haría palidecer el rojo encendido del Lábaro

patrio. Hacer dinero para quienes detentan cuotas de poder es algo natural, y la mayoría lo hace con singular alegría y alejados del pudor porque pueden adquirir no tan solo impunidad, sino sembrar terror entre aquellos trabajadores y simples ciudadanos a quienes esquilman.

Casos hay muchos, porque en este país la mayoría de los que tienen dinero jamás podrían explicar coherentemente la forma en que lo hicieron. Vaya un simple ejemplo: Carlos Slim comenzó a amasar su fortuna cuando le fue asignada en propiedad la empresa Teléfonos de México, permitiéndole pagar el costo con las utilidades que generaba el propio monopolio. Para decirlo de otra forma, Carlos Salinas le regaló algo que era de todos los mexicanos, y para desgracia nuestra ha seguido detentando elementos propiedad del pueblo mexicano para incrementar brutalmente esa riqueza.

Otro caso de cinismo es el de Carlos Romero Deschamps, un hombre acostumbrado a las cuotas de poder porque es titular de uno de los sindicatos más poderosos y estratégicos del país.

Pero también está acostumbrado a la impunidad, porque le ha valido un cacahuate que observemos a una de sus hijas en las crónicas de los excesos viajando a diversas partes del mundo en avión privado, y llevado como invitados especiales a un par de perros. Claro está que sin dinero esas cosas no serían posible.

La pregunta que ahora nos hacemos los mexicanos es: ¿Cuál es el escándalo que viene? Porque habrá que aceptar que la clase política y empresarial del país nos está dando un espectáculo de cinismo nunca antes visto. Siempre hemos sabido que los políticos tienen por principal vocación apropiarse de lo que no es de ellos, pero como dice Hilario Ramírez, el afamado “Layin”, antes robaban poquito para no despertar la exasperación de la gente. Ahora el cinismo es brutal y el encono acumulado entre los mexicanos puede desbordarse y generar consecuencias funestas.

Existe un refrán popular que aconseja “al pueblo pan y circo”, por lo que no tardará mucho en explotar otro escándalo que desvié la atención de algún tema en el que se involucre al Estado mexicano.

Puede ir desde el brutal endeudamiento que ha tenido el Gobierno Federal en los últimos años, o el caso del gobernador de Chiapas que encabeza otro “circo, maroma y teatro” con la Construcción de un estadio para las suertes de charrería, simplemente porque se le ha pegado la gana, aunque los chiapanecos se estén muriendo de hambre.

Elementos hay muchos, por ahí andan los casos de Guillermo Padrés Elías, Tomás Yarrington, Rodrigo Medina, Roberto Borge, Humberto Moreira, y uno que otro secretario de Estado o quizá empresario que también pueden pasar un mal momento. Si se trata de desviar la atención de algo, los días venideros tendremos una nueva sorpresa. De eso podemos estar seguros. Al tiempo.