Petróleos Mexicanos es la empresa más representativa del Estado mexicano y la que mayormente aporta recursos para el gasto corriente y el gasto de inversión en el país.
Hasta ahora se sigue manteniendo como una empresa líder en el mundo, aunque en lo personal consideró que los excesos de gobernantes, trabajadores y empresarios, han provocado que la riqueza que genera sea recibida en su mayor parte por la
mafia que se ha conformado en torno a su manejo y explotación.
Para decirlo más claro, las prendas sindicales son generosas y los trabajadores reciben beneficios que no obtiene nadie más en la estructura del Gobierno mexicano. El Sindicato Nacional de Trabajadores de Petróleos Mexicanos recibe la nada despreciable suma de 16 millones de pesos mensuales para la manutención de las instalaciones utilizadas por los trabajadores de la paraestatal.
Claro está que de ese dinero el líder, Carlos Romero Deschamps, nunca ha rendido cuentas.
También por contrato colectivo los trabajadores reciben la cantidad de 500 litros de gasolina por mes, lo que satisface sus necesidades personales o familiares, y además les permite realizar un tráfico de combustible porque lo venden para obtener utilidades que suman a uno de los más altos tabuladores salariales que existen en las estructuras del Estado mexicano.
Hay funciones que solamente realizan determinadas personas, y nadie más puede interferir en ello.
Cuando ocurrió la tragedia de la explosión por acumulaciones de gases en la torre de Marina Nacional, los servicios de emergencia no podían entrar a rescatar a los heridos simplemente porque no estaba el encargado del resguardo de los accesos.
Y es que la paraestatal tiene dueños, y no somos los mexicanos, porque a nosotros se nos vende un producto caro que a los usufructuarios de las riquezas de nuestro subsuelo les resulta gratuito, y lo peor es que hasta les permiten el tráfico de vales de gasolina.
La casta divina en que se han convertido aquellos que integran las secciones y el Comité Ejecutivo Nacional del sindicato, llegan a tener riquezas inconmensurables.
De ahí la explicación de los lujos que detentan los hijos del señor Romero en sus paseos por todo el mundo, pero no les resulta suficiente y también llevan a sus mascotas o a los amigos. Por eso entre los miembros de esa clase privilegiada es que se entienden los regalos de vehículos que se pagan en millones de euros a los hijos.
México no merece tener esta clase de privilegios. Y para que usted se vaya enterando, el problema de los huachicoleros esconde muchas de las mermas que sufre la paraestatal. El robo del huachicol no representa ni la diezmilésima parte de lo que se dice. La llegada de barcos con petróleo mexicano al mercado negro de Rotterdam sigue siendo la constante. No tan sólo lo hacía Vicente Fox, lo han hecho todos. Pobre México, con tanta riqueza para unos cuantos y tanta pobreza para la inmensa mayoría. Al tiempo.
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