El conductor de noticias Jorge Zarza bautizó a la alianza Frente Ciudadano por México como la “pasarela de las vanidades”, y tiene mucho de razón. La presunta alianza electoral conformada por el Partido de la Revolución Democrática, Movimiento Ciudadano y el Partido Acción Nacional, dista mucho de ser un grupo conformado a través de un proyecto político y de gobierno para la circunstancia lamentable que vive el país desde que la política se convirtió en moneda de cambio para la generación de riqueza personal y no colectiva.
En cuanto foro organizan, despliegan un discurso carente de valores y con alto contenido de promesas difíciles de alcanzar por lo disímbolo del perfil ideológico que tiene cada uno de los participantes, y que tendrá mayores dificultades en el futuro para explicarle a los mexicanos cómo es que la izquierda y la derecha lograron encontrar coincidencias ante la carencia de principios comunes y bases sólidas de operación política, social y administrativa, cuando sus proyectos sociales son diametralmente antagónicos.
Pero dejando de lado la barrera ideológica, el abandono de los principios rectores de los proyectos ideológicos construidos a través de la historia política después de la etapa conocida como la Revolución Mexicana se han contrapuesto al través del tiempo, y resulta difícil concebir siquiera la concatenación de una serie de postulados de operación política, económica y social tan distintos, diferentes en origen y circunstancia, y antagónicos los unos con los otros.
La realidad es que esta presunta alianza tiene poco de coyuntural y mucho de ambiciones, porque no son los militantes de cada partido los que tomaron la decisión, sino las cúpulas dirigentes, lo que habla de la carencia de una base sólida de participantes y militantes que hayan exigido la conformación de un frente para un proyecto común. Lo que estamos viendo es una unión de conveniencias monetarias, porque el amorfo proyecto tiene poco de idealismo económico y mucho de intereses personales y grupales.
Al Partido de la Revolución Democrática no le quedó de otra por la considerable disminución de su militancia que prefirió adherirse al Movimiento de Regeneración Nacional, que presenta mayor consistencia ideológica y un liderazgo fuerte con un proyecto político, económico y social más congruente con las aspiraciones de amplios sectores sociales. Para decirlo mejor, la adhesión al frente no es más que una forma de seguir detentando la posibilidad de seguir adquiriendo beneficios personales, porque hace mucho tiempo que esos beneficios superaron la vocación social.
Las vanidades de los principales actores de la presunta alianza electoral están por encima del proyecto político, porque a fuerza de analizar a conciencia los postulados de los que hablan, no existen. Lo que observamos es una serie de enunciados que satisfacen vanidades personales, pero sobre todo, una forma de capitalizar las ambiciones del imberbe dirigente de lo que otrora fue la segunda fuerza política del país. Tiene razón Jorge Zarza, el Frente Amplio es una “pasarela de vanidades”. Al tiempo.
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