Pareciera que las leyendas del Palacio Negro de Lecumberri son juego de niños con lo que ahora ocurre en algunos penales del país. Los autogobiernos son la constante en casi todo el territorio nacional, y esto no es más que producto del abandono de las autoridades en su facultad de imponer el orden para hacer realidad la readaptación social de los internos.
Cuando se construyeron los reclusorios vendrían a suplir la leyenda negra de lo que ahora es el Archivo General de la Nación, pensamos que las cosas irían mejor. Dicen que para solucionar un problema lo primero que se tiene que hacer es aceptar que se tiene el problema, pero pareciera que a las autoridades responsables de la readaptación y reinserción de los presos los rebasó el poder de las bandas delincuenciales y terminaron por hacerse cómplices y plegarse a sus determinaciones. El problema subsiste, y por eso es que todos los días nos enteramos de muertes, golpizas, o asesinatos en la mayor parte de los centros de reclusión. En México la readaptación es un fracaso, y las anteriormente llamadas penitenciarías siguen siendo exactamente lo mismo, porque los lugares en los que aquellos que cometieron delitos sufren la penitencia de la sobrevivencia, y la violencia se ha apoderado de todos los espacios y sigue siendo controlada por las bandas del crimen organizado. Hasta ahora las autoridades administrativas son solamente el ornato, porque quienes mandan son los reos, y por desgracia los más peligrosos.
El video que fue subido a la red de YouTube en el que se muestra la forma en que un sujeto apodado “El Tato” golpea y tortura a un reo porque sus familiares no han pagado la cuota que les impuso, resulta brutalmente ofensivo al entendimiento y a la razón porque solamente con la complicidad de los custodios, celadores o quizá de los encargados de mantener y administrar el centro penitenciario, es que se pueden hacer este tipo de actos. No sé si en estos lugares alguien sepa lo que es la piedad, pero observar a un sujeto cargado de odio y rencor golpeando de forma inmisericorde a un muchacho, al que después se suman otros dos que incluso lo flagelan con fuego, tiene que cimbrar el alma de este caduco sistema en el que la especialización delincuencial se convierte en la consecuencia a causa de las complicidades de las administraciones de los centros de reclusión en la mayor parte del país.
El Penal de Neza Bordo, donde este sujeto que lleva por nombre Luis Alberto González Nieto, y a quien apodan “El Tatos”, es el fiel reflejo de lo que es nuestro actual sistema penitenciario, y la forma en que funciona con autogobiernos y cotos de poder que ejercen los grupos delincuenciales. Por desgracia esa es una lamentable realidad, y recuperar el imperio de la ley no será fácil a causa de la irresponsabilidad de funcionarios que hace tiempo establecieron esas complicidades que subsisten. México no lo merece, y nos tiene que ofender a todos. Al tiempo.