AMLO y la protección delincuencial

sinpunto

Sin lugar a dudas el señor Andrés Manuel López Obrador es un especialista en causar controversias públicas, pero hay algo que sus seguidores le han tolerado y que habla de lo que podría presentarse en el país ante la eventualidad de un triunfo contundente en la

próxima elección presidencial. Francamente no sé hasta dónde puede llegar el hastío de un pueblo, pero en el caso de México me parece que el encono acumulado durante tantos años está provocando una circunstancia inédita y riesgosa.

La entronización del populismo en este país será el fiel reflejo de cómo los pueblos suelen equivocarse a causa de los yerros y excesos de quienes detentan el poder. Y no hay que ir tan lejos para buscar una explicación al fenómeno social que está ocurriendo. Si los habitantes del país más poderoso del mundo eligieron a un farsante como Donald Trump para que los condujera al fracaso y perder la hegemonía que hasta ahora han detentado frente a todas las naciones, no veo cómo evitar que los mexicanos nos embarquemos en una aventura que pudiera resultar catastrófica.

El acumulamiento de encono y resabios con quienes han gobernado, producto de una artificial campaña de desgaste iniciada hace mucho tiempo con el auxilio de las redes sociales manipuladas desde Rusia, y con el concurso de los políticos corruptos de todos los partidos, incluido quien lidera las preferencias electorales, han generado el ambiente propicio para que en nuestro país haya un cambio de fondo, aunque también hay que señalar que todo indica que quizá dicho cambio habremos de lamentarlo.

No sé si México esté preparado para adquirir una realidad que en otras latitudes del continente ha arrasado con los procesos productivos y enseñoreado dictaduras que mantienen a los pueblos en la más completa indefensión y opresión, además de que los bienes de consumo popular escasean producto de la crisis económica en que las impericias de los gobernantes los han llevado. Y no se trata de imaginar que el señor López Obrador pudiera encabezar un gobierno de este tipo, simplemente es que sus más cercanos colaboradores así lo han mencionado.

El destino de los pueblos resulta incierto, y más en una democracia como la nuestra, pero el destino de aquellos que son sometidos a una dictadura cuya principal finalidad es la manipulación a través de dádivas entregadas a las masas para someter a los adversarios, siempre termina en tragedia. No pretendo afirmar que éste sea el destino de nuestro país, pero después de analizar el comportamiento de quien por ahora detenta la mayoría en las preferencias electorales, no me queda duda de que así sucederá.

Llamar a la gente a que agarre lo que necesiten de cualquier comercio establecido, como lo hizo en Atlacomulco, es el primer indicativo del festín que organizará los días subsecuentes a que asuma el poder. Afirmar que después de haber hablado con los pastores, robar por necesidad ya no será pecado, es una más de sus ocurrencias con las que pretende justificar los disparates que ha venido ofreciendo para incrementar el encono social que es lo que mejor le conviene. Los pueblos suelen equivocarse por el enojo del momento, pero el desastre dura muchos años. Al tiempo.