Entramos a la etapa de las definiciones por cuanto corresponde a la elección presidencial. De ahora en adelante la cuenta regresiva se tornará difícil para muchos y quizá decepcionante para otros, porque esta batalla electoralpuede ser considerada
una de las más agresivas por la crudeza sin piedad desatada en las redes sociales, pero a la vez la primera en que esa herramienta se convierte en un factor de pesos y contrapesos en el ánimo de los electores, cuya voluntad cambia de acuerdo a lo que se dice y afirma en las redes sociales.
Por primera vez lo virtual ha tenido más peso que lo real y, por desgracia, ese sórdido mundo se ha convertido en el lugar idóneo para destrozar a los adversarios porque en ese sitio no existen valores ni principios, y mucho menos ética. A través de mentiras, ofensas, dicterios, y una serie interminable de hechos inexistentes, es como ahora se incide en la realidad, porque gran parte de nuestra cotidianidad la vivimos en el mundo de lo virtual, y a eso tendremos que adaptarnos en lo sucesivo.
Seguramente las redes seguirán siendo un forma de generar consensos, de orientar voluntades, pero sobre todo, de inducir a las masas a través de escenarios inexistentes en la práctica cotidiana, pero también hay que señalar que son una herramienta fundamental de estos tiempos, aunque nunca un vehículo eficiente porque las cosas pueden revertirse con relativa facilidad y propiciar un desastre. Es más, quienes pudieran resultar dañados por la febril actividad de las redes sociales son las personas que dependen profesionalmente de la consolidación de sus prestigios profesionales o personales.
Los días venideros serán los últimos en que los candidatos a cargos de elección popular en los tres órdenes de gobierno podrán realizar actos de campaña, pero si de algo podemos tener seguridad es que muchos seguirán utilizando las redes sociales para mantener presencia y, sobre todo, ese activismo de confrontación y desgaste que tanto se utiliza en las campañas negras y cuya finalidad principal es generar un ambiente adverso de los oponentes, además de sembrar información tendenciosa comúnmente encaminada a minar la credibilidad de los adversarios.
Estamos a unos días de que terminen las campañas electoralesy después vendrá un proceso de calma y tranquilidad de acuerdo al calendario electoral, para que los mexicanos meditemos acerca de quién tiene que ser el encargado de conducir al país durante los próximos seis años.
La cita con nuestro sistema democrático está a la vista, y será la voluntad de cada uno de nosotros la que determine el rumbo de nuestra sociedad y el destino del país en los siguientes años. México necesita renovar a quienes por más de cinco años han encabezado las instituciones gubernamentales y han tomado decisiones acertadas o erróneas, y que han dañado o beneficiado a más de 127 millones de hombres y mujeres que todos los días lo mantenemos funcionando. De la voluntad soberana de quienes acudiremos a las urnas saldrá quien encabezará y formará gobierno.
Los pueblos nunca se equivocan, somos los ciudadanos los responsables de determinar ese destino. Al tiempo.