Sin lugar a dudas el asunto del Fideicomiso que presuntamente se organizó para apoyar a los damnificados del pasado sismo del 19 de septiembre del 2017 ha metido en un verdadero problema de credibilidad del virtual presidente electo,
Andrés Manuel López Obrador, y cofradía que lo acompaña. Y no es que los mexicanos tengamos enormes ganas de que este asunto pase al rincón de los olvidos, pero quienes le dan respiración de boca a boca al asunto son los propios morenistas.
Flaco favor le hacen al ganador de la elección del 1 de julio pretendiendo negar lo evidente, porque ahí están los videos de las sucursales bancarias donde se observa la forma en que los miembros de Morena realizan depósitos y se vuelven a formar para hacerlo nuevamente, y aunque no habrá sanción que afecte la decisión de los mexicanos en torno al triunfo inobjetable del tabasqueño, pareciera que Horacio Duarte, representante del Movimiento Regeneración Nacional ante la autoridad electoral, tiene urgencia de notoriedad.
Seguramente le interesa mucho que el debate no se muera y que los medios de comunicación sigan reseñando los hechos, incluida su falta de respeto y las amenazas que vertió hacia el consejero Marco Antonio Baños. Duarte se muere de ganas de seguir focalizando la atención para que no se olviden de su entrega y “patriotismo” a la hora del reparto de las cuotas del poder.
No sé si el señor tenga mucha cercanía con López Obrador, pero mal haría premiando actitudes de “perdonavidas” del representante partidista.
Independientemente de que el señor Baños sea culpable o no de haber dado a conocer a la luz pública hechos irregulares de Morena, la autoridad electoral ha señalado que no se constató un uso electoral de los recursos involucrados en el fideicomiso, por lo que no existe ningún elemento derivado de este asunto que cuestione de modo alguno los resultados de la elección. Así de simple dio por concluido el diferendo la autoridad electoral, pero la actitud de “perdonavidas” de Horacio Duarte quedará registrada en la historia electoral del país.
El representante partidista utilizó un lenguaje soez e irrespetuoso contra Marco Antonio Baños, señalándolo como el culpable de que hayan salido a la luz pública los manejos fraudulentos del fideicomiso, y la forma en que los militantes del Movimiento Regeneración Nacional entraban a las sucursales bancarias a depositar fondos de forma sistemática, para después volver a ocupar un lugar en la fila y proceder a realizar otros depósitos.
“Ya se les va a acabar y se van a ir”, espetó con palabras cargadas de odio.
Si Andrés Manuel quiere evitar la polarización social en las siguientes semanas, que es lo más conveniente para el tiempo que habrá de transcurrir hasta su toma de posesión, tiene que utilizar un discurso incluyente y de respeto para quienes no votamos por él, pero sobre todo, evitar que personajes como Horacio Duarte se conviertan en la “manzana de la discordia” por sus ansias de notoriedad.
Creo que es la hora de la reconciliación nacional, como él mismo lo señalara alguna vez. Al tiempo.