Sin lugar a dudas hasta ahora la única certeza que tenemos los mexicanos es que Andrés Manuel López Obrador será presidente de la República a partir del
1 de diciembre venidero. Todo lo demás resulta incierto a pesar de que ha mencionado a quienes serán los que encabecen las carteras más importantes de su gobierno, y la forma en que realizarán su trabajo aquellos que designará para que encabecen la representación de su gobierno en cada una de las entidades federativas.
En este contexto, el temor fundado es que los excesos de esos hombres y mujeres investidos con el poder presidencial y poseedores de los enormes recursos presupuestales de la Federación tiendan a debilitar a los gobiernos elegidos democráticamente por los mexicanos, y busquen colocarse de forma dictatorial por arriba de las posibilidades los gobernantes locales. Para decirlo de otra forma, la “Dictadura Democrática” está a la vista y pudiera convertirse en una brutal pesadilla.
Andrés Manuel López Obrador siempre despertó temor a causa de su vocación por el populismo, y aunque los líderes de las mayores potencias del mundo encuadran su comportamiento dentro de los mismos parámetros, es en los países subdesarrollados donde los efectos han resultado devastadores. Para decirlo con mayor precisión, México no es ni se parece a Rusia, Estados Unidos, Turquía o cualquier país del primer mundo, porque pese a nuestras riquezas naturales, la corrupción y los malos gobiernos nos siguen manteniendo con lastimosos parámetros de vida.
Y para desgracia nuestra, México se parece más a los países del sur del continente, cuyas dictaduras surgieron del hastío y decepción de la gente. No podemos negar que existe la posibilidad de que caminemos hacia el mismo sitio después del bono democrático que le hemos entregado a quien desde el 1 de diciembre tendrá la mayoría necesaria en el Congreso para determinar libremente, y sin contrapesos, hacia dónde tiene que caminar este país. Mucho debió ser el encono acumulado en los mexicanos.
Los especialistas del fenómeno social han sido reiterativos en señalar que en muchas ocasiones los hombres y las mujeres se equivocan a la hora de elegir, y confunden el castigo con el cambio democrático. Las evidencias son muchas a lo largo del devenir histórico de las naciones, aunque eso no quiere decir que México se encamina de esa forma a hacia un destino que se antojaría fatal, pero hasta ahora el señor López Obrador, y sobre todo sus principales operadores, se han empeñado en que así lo parezca, y lo peor, que así lo percibamos.
Realizar recorridos casa por casa para que los mexicanos expresen sus carencias, es el primer paso de ese populismo asistencial que tanto ha negado el presidente electo, y el segundo son esos hombres y mujeres que detentaran la riqueza nacional colocándose por encima de los gobernadores legalmente electos.
No podemos cerrar los ojos y hacernos tontos, es el inicio del rompimiento del Pacto Federal y la conversión operativa de la estructura gubernamental en una República Centralista con tintes dictatoriales. Creo que lo lamentaremos porque hasta ahora no estamos haciendo nada por evitarlo. Al tiempo.