Después de observar el comportamiento de los legisladores del Movimiento de Regeneración Nacional en torno a la colocación de los rostros de los normalistas de
Ayotzinapa desaparecidos en la “tragedia de Iguala”, el tratamiento que se le ha dado en tribuna al caso, y la decisión de mantener en la impunidad las agresiones que los estudiantes han venido realizando a través de bombas molotov en los cuarteles del Ejército Mexicano en Guerrero, si algo tiene que quedarnos en claro, es la decisión de Andrés Manuel López Obrador de convertir el caso en un asunto de Estado.
Y esto quiere decir que en lo sucesivo no será tratado como un caso de índole policial, como se habían venido manteniendo las investigaciones, sino que ahora tendrá prioridad por parte de las estructuras del Estado Mexicano después del primero de diciembre cuando asuma la Presidencia de la República el señor Andrés Manuel López Obrador. Para decirlo de otra forma, si alguien pensó que la febril actividad en las cámaras de diputados y senadores en torno al caso era una ocurrencia de momento, se equivocó, porque forma parte de una estrategia para reescribir la historia.
Si alguien más pensó que con la llegada de Andrés Manuel López Obrador los procesos de impunidad ante los actos delincuenciales de los normalistas de Ayotzinapa seguirían, estaba en lo cierto, porque hasta ahora lo que podemos visualizar es que seguirán con la patente de la violencia y el hurto en cada ocasión, porque se presentan todos los días, y que lo que menos hacen es estudiar. Por eso ocurrió la desgracia, porque tenemos que decir con todas sus letras la verdad que encierra el adagio popular “el que la busca, la encuentra”.
Insisto, nada tenían que hacer los desgraciados muchachos en Iguala cuando desaparecieron esa fatídica noche, y lo peor fue que escogieron o dispusieron, como ha sido su costumbre durante muchos años, del camión equivocado, ese que estaba destinado para trasladar la droga hacia la ciudad de Chicago. Cuando fue recuperado por los responsables de su desaparición física comenzó no tan solo el martirio de esos desgraciados muchachos, también el de las instituciones.
Ha sido un hecho que hemos lamentado todos los mexicanos por lo que significa y por las implicaciones políticas que se les ha dado, sobre todo cuando de culpar al gobierno de Enrique Peña Nieto se ha tratado, aunque nunca se haya comprobado que haya tenido que ver algo con ese Suceso, pero lo peor de todo, es que no se han tentado el corazón para acusar a la única institución que ha sido garante de la estabilidad del país: el Ejército Mexicano.
Parece que la tragedia de Ayotzinapa será una razón de estado una vez que Andrés Manuel López Obrador asuma la Presidencia de la República, porque necesita de la tragedia para justificar la narrativa que han venido preparando quienes presuntamente lo acompañarán en su gestión. Mucho se habló de no permitir la politización del caso, pero después de los descalabros tempranos que ha recibido a causa de los excesos de sus colaboradores cercanos, lo previsible es que Ayotzinapa se convierta en el centro del debate. Así de simple.
Al tiempo.
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