Si de algo nunca hemos tenido duda los mexicanos de esta generación es de la lealtad de nuestras fuerzas armadas. La primera referencia sobre una institución
que protegiera al Presidente de la República se da desde el inicio de nuestra vida como nación. Agustin de Iturbide contó dese el año de 1823 con un cuerpo de élite denominado “Estado Mayor”, aunque esa función resultó breve dado que dejó el gobierno ese mismo año.
Sería hasta el año de 1846, en la época de la intervención de Estados Unidos, que Mariano Paredes y Arillaga firmó un decreto por el cual se conformaría un “Estado Mayor Facultativo” que estaría bajo las órdenes del Poder Ejecutivo. El 1851 por instrucciones del Presidente Mariano Arista, el Estado Mayor queso integrado por siete elementos, y sería Antonio Severino De Padua López de Santa Anna, quien regresaba por onceava vez a la presidencia de la Nación en 1853, que denominó al cuerpo como “”Estado Mayor de su Alteza Serenísima”.
En 1857 Ignacio Comonfort decidió que el Estado Mayor del Presidente de la República estaría integrado por un General de Brigada efectivo o graduado, y diez jefes u oficiales, no pudiendo excederse de este número. Durante el Imperio de Maximiliano de Habsburgo fue denominado “”Gabinete Personal de su Alteza”, y desapareció al ser derrocado el imperio. Mientras Benito Juárez andaba a salto de mata por todo el país careció de un Estado Mayor, y durante su exilio en la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa fu acompañado por un reducido grupo de militares.
Sería Porfirio Díaz Morí quien instituyera el Estado Mayor del Presidente de la República en Mayo de 1895, y en 1900 por reglamento se estipuló que un General o Coronel ejercería como Jefe Del Estado Mayor, cuatro Jefes Serían Ayudantes de Campo, con cuatro subalternos que también ejercerían como oficiales de órdenes. Durante la etapa revolucionaria de Francisco Madero siguió funcionando, y Venustiano Carranza expidió un decreto para reorganizar a los Estados Mayores del Ejército.
Siendo Presidente Manuel Ávila Camacho, el 12 de enero de 1942, se establecería en definitividad el Estado Mayor Presidencial. Andrés Manuel López Obrador ha manifestado su intención de suprimir esta figura, y eso ha sido considerado por los altos mandos de la Marina y la Armada del país como una equivocación histórica de quién se convertirá en el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Quizá nadie le ha explicado al Presidente Electo que de todos sus próximos colaboradores, solamente dos obedecerán sus órdenes por mandato constitucional.
El tabasqueño será Presidente del país a partir del primero de diciembre, y nadie puede poner a consideración de la gente si los titulares de la Armada y el Ejército pueden permanecer en sus cargos, y mucho menos los demás secretarios de despacho, porque los dos primeros solamente reciben órdenes por mandato constitucional del Jefe del Estado, aunque los demás pudieran recibirlas como lo acostumbro Peña Nieto, a través de Luis Videgaray. La diferencia entre el Ejército, la Marina y los demás, es que sus titulares solamente reciben órdenes del Mando Supremo, y ese es el Presidente de la República. Ojalá no se equivoque. Al tiempo.
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