Los ejercicios plebiscitarios siempre han sido positivos para reforzar los lazos de la democracia, sobre todo cuando se trata de tomar decisiones importantes o
relevantes desde el esquema gubernamental, y para conocer el parecer del vulgo en los temas torales de la administración pública. En México este tipo de ejercicios no han sido recurrentes pese a estar normandos en la propia Constitución Mexicana, porque la tradición nos indica que hasta ahora hemos sido el país de un solo hombre.
Así fue concebida la conformación del sistema político mexicano, y es el principal producto surgido del movimiento armado que inicia en 1910, y que logró consolidar Plutarco Elías Calles a través de los procesos de institucionalización de la operatividad gubernamental a través de un estrategia federalista, que estableciera procesos de armonización de las instituciones en los tres ordenes de gobierno. Esa ha sido la base fundamental de la estructuración de nuestra institucionalidad.
Pero ese esquema que hasta ahora se ha mantenido vigente pudiera sufrir modificaciones severas para complacer la operatividad de quién hasta ahora detenta uno de los liderazgos más fuertes de la historia de la pos revolución, y que pareciera encaminarse a consolidar el otrora perfil del “”país de un solo hombre”. Y esa nueva realidad pudiera convertirse en un quiebre de los muchos que ha registrado la historia patria, y que modificaría sustancialmente el destino de los mexicanos.
Para decirlo más claro, el ejercicio plebiscitario convocado por el Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, ha resultado un completo fracaso porque ha evidenciado la manipulación de quienes lo acompañarán en el nuevo esquema gubernamental, y no servirá de nada para justificar una posible decisión que ya ha sido tomada desde hace tiempo, y que no es otra cosa que derrumbar la construcción del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Texcoco.
Según la visión aristotélica, la Oclocracia es el gobierno de la muchedumbre, masa o gentío, que a la hora de abordar asuntos políticos presenta una voluntad viciada, confusa e irracional, que la hace carecer de capacidad de autodeterminación, y por consecuencia suele no conservar los fundamentos necesarios para ser considerada como “pueblo”. Y eso es lo que está ocurriendo en este país, pero existe un marcado interés de que el proceso instrumentado pueda conservar los fundamentos para ser considerada como una “decisión del pueblo”.
Bien señalaba Thomas Hobbes que no se debe confundir el concepto de muchedumbre con la noción de multitud, porque muchedumbre es un conjunto de ciudadanos simplificado en una unidad con voluntad única, mientras que el concepto de multitud rehúsa de esa unidad conservando su naturaleza múltiple. Polibio afirmaba que cuando la democracia se mancha de ilegalidad y violencia, con el tiempo se convierte en Oclocracia. Así de simple con las decisiones del Presidente Electo. Al tiempo.
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