Los mexicanos estamos viviendo una serie de verdades a medias o mentiras completas en torno al espinoso asunto de la construcción del Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México.
Claro está que cada quien intenta justificar sus aseveraciones, pero hasta ahora nadie ha presentado ante los especialistas un estudio que verdaderamente desvele el misterio del porque la decisión de tumbar el proyecto que desde hace algunos años se construía en los terrenos del lago desecado de Texcoco.
Mientas el Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador sigue señalando que lo que intentaban los integrantes del todavía gobierno de Enrique Peña Nieto era hacer un gran negocio, no tan solo con la construcción del nuevo aeropuerto, sino con los terrenos de las actuales dos terminales aéreas, por mucho que sigan tratando de justificar la decisión de no continuar con el proyecto de esa manera, lo cierto es que quienes emprendieron el negocio estaban haciendo lo mismo que ahora realizarán los empresarios favoritos del Presidente Electo.
Nombrar a José María Rioboó como asesor, es el mejor indicativo de que la mayor parte de las construcciones que se realizarán durante los años siguientes tendrán el sello del hombre construyó los segundos pisos en la Ciudad de México, y por mucho que lo pretendan esconder, lo que está detrás de todo esto es la enorme cantidad de recursos que en los años venideros se invertirán para la construcción de obras de infraestructura en la mayor parte del país.
En lo personal no creo que el señor Rioboó se vaya a dedicar en “cuerpo y alma” al servicio público, porque toda su vida ha sido un exitoso empresario de la construcción, y no dejará de serlo. Si el Presidente Electo piensa que los mexicanos tenemos discapacidades en el entendimiento, creo que ha perdido el piso, porque podremos ser un pueblo noble y entregado, pero no somos estúpidos. Podrá engañar a muchos algunas veces, pero no podrá engañar a todos todo el tiempo.
Hasta ahora lo único que hemos recibido de parte de nuestro Presidente Electo son verdades a medias, y porque no decirlo, también mentiras completas. Y lo hace porque durante años se dedicó a sembrar el discurso fácil del odio a quienes nos gobernaron, a la vez que a sembrar la esperanza de un mejor destino que por mucho que lo siga diciendo no podrá lograr con los mismos que saquearon las arcas del Gobierno de La Ciudad de México. Los mexicanos merecemos un mejor destino, porque al paso que vamos las cosas no pintan bien.
Dicen por ahí que chango viejo no aprende maroma nueva, y no creo que los mismos que antaño saquearon las arcas públicas ahora tengan la moral muy en alto como para respetar el dinero que los mexicanos pondremos en sus manos. En lo personal deseo que al señor López Obrador le vaya bien por el bien de todos, como lo señalaba su lema en el pasado, el problema es que por mucho que tenga la disposición de hacer las cosas de la mejor forma, las malas compañías le echaran a perder sus buenas intenciones.
Al tiempo.
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