Sin lugar a dudas resulta desconcertante el papel que ha venido asumiendo el Presidente Electo Andrés Manuel
López Obrador, sin siquiera haber tomado protesta como Presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, para que la toma de decisiones pueda ser plenamente legal. Aunque reconoció que la consulta para decidir el destino del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México fue de alguna forma ilegal, decidió mantener su validez para evitar que siguieran adelante las obras del proyecto en el lecho de lo que fuera el Lago de Texcoco.
Y eso quiere decir que sus primeras decisiones, aún sin tomar posesión como Presidente Constitucional, han sido carentes de validez y de legalidad, y eso pudiera considerarse como un acto de autoritarismo en cualquier parte del mundo, porque tiro por la borda más de ciento cincuenta mil millones de pesos que se habían invertido en Texcoco, con tal de satisfacer los intereses de su asesor en materia de infraestructura, aunque ahora disfrazado como uno más de Los integrantes de su grupo de colaboradores.
José María Rioboó tiene historia como un empresario cercano al ahora presidente electo toda vez que durante su gestión como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, fue quien realizó el plan maestro de la construcción de los segundos pisos, y se colocó al frente de los trabajos desarrollados por varias empresas subsidiarias para su construcción. Si ese acto consentido y permitido por el ahora presidente electo no fue considerado una cadena de actos de corrupción, quiere decir que los siguientes años veremos uno de los ejercicios más cínicos en la historia del país.
Lo voy a decir de la forma más cruda: si Andrés Manuel López Obrador ha cometido este tipo de dislates siendo un simple Presidente Electo de los Estados Unidos Mexicanos, sin entrar en funciones y sin tener atribuciones legales, el todavía presidente constitucional Enrique Peña Nieto debió haber ejercido su autoridad y decretar la construcción aeroportuaria como una razón de Estado, avalada por el Congreso. Así, el tabasqueño no hubiera podido hacer más que uno de sus consabidos berrinches, pero creo que al mexiquense le faltó malicia para evitar la estulticia tropical.
Dicen por ahí que “palo dado ni Dios lo quita”, y seremos los mexicanos quienes tengamos que padecer las consecuencias de un acto de barbarie instrumentado por los intereses comerciales que acompañarán al Gobierno Federal en los siguientes años. Aunque no faltara quien señale o epítete esta afirmación como una comparsa de los enemigos del cambio y la transformación del país, tendré que asumir las consecuencias por mi forma de percibir las cosas a causa de los caprichosos excesos de Andrés Manuel López Obrador.
El Presidente Electo, quien ya evidenció que le importa poco el estado de Derecho, ahora anuncia una consulta pública el 21 de marzo sobre los temas de La Guardia Nacional, y juzgar a expresidentes por posibles actos de corrupción, y si el Presidente de la República deberá tener un Consejo Asesor Empresarial.
¿Dónde está el engaño? En su promesa de hace unos días de no investigar el pasado, pero ahora pondrá a consulta si enjuicia a los expresidentes. ¿Podrá Mexico aguantar tanta bipolaridad?
Al tiempo.
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