Sin lugar a dudas Andrés Manuel López Obrador tiene de demócrata lo mismo
que muchos de los, que hacen política en este país. Y lo digo con todo respeto para la investidura presidencial, porque en cuanto tome posesión la comenzará a denigrar de persistir con sus ansias locas en convertirse en un dictador. Así como usted lo escucha, en un dictador, porque hasta ahora sus pretensiones no dejan lugar a dudas de que camina hacia allá. Y sé que está aseveración me granjeará un considerable número de epítetos de aquellos que pretenden integrar la dictadura de las masas proletarias.
Mira que adecuar las leyes y la propia Constitución, para que un pobre sujeto, por muy intelectual que sea, se convierta en Director del Fondo de Cultura Económica, y cuya aspiración es colocar frente a la Cámara de Diputados o Senadores a dos millones de mexicanos exigiendo que legislen por mandato del prócer Maximo, no es más que un despropósito que tendremos que pagar caro los mexicanos. Como vayan pasando los días, y por mucho que pretenda hacerse el mártir de la democracia, el señor López sacara en cualquier momento ese talante que lo ha distinguido para rasgar cualquier vestidura de la democracia ante la evidente autocracia en que se convertirá su gobierno.
Que me disculpe el Presidente Electo, pero el odio que los morenistas están sembrado por todo el país tendrá graves consecuencias. Y lo digo con mucha responsabilidad, porque están intentando hacer una dictadura sometiendo a los gobernadores con esa figura del super delgado que decidirá la vida y obra no tan solo de los gobiernos de los estados, sino de los propios pobladores porque de lo que se trata es de construir una mascarada de régimen democrático con prácticas autócratas y dictatoriales.
Qué bueno que Enrique Alfaro lanza la voz de alerta, y que bueno que los Gobernadores comiencen a buscar unidad para evitar que los avasallen y que el señor Presidente Electo construya su “República Bolivariana” en este México tan nuestro y tan en peligro de cambiar nuestra vida de libertades por el mandato de un autócrata que en cualquier momento intentará sujetar a los gobiernos estatales y municipales a sus designios. Por lo punto el rompimiento del pacto federal será una realidad con los súpersecretarios que tratará de imponer en todos lados.
La amenaza de Félix Salgado Macedonio de desaparecer los poderes en los estados es una verdadera estupidez porque no existen fundamentos jurídicos para que una caterva de borrachos del poder realicen un acto de esa magnitud, pero sí de algo podemos estar seguros los mexicanos, es que lo intentarán, y tratarán de convertirse en los únicos poseedores de la verdad en el país. La democracia está en grave riesgo, y de no defenderla este país será tirado a la basura con toda y su historia para que unos pocos dueños lo dirijan según sus designios populistas.
Los superdelegados son un atentado al pacto federal ya que los estados de la República son libres y soberanos, y eso es lo que tenemos que defender a ultranza los mexicanos. El Presiente de la República electo pretende convertirse en dictador con sus figuras de súperdelegados, quitándole capacidad de maniobra a los gobernadores y centralizando las decisiones, pero también quiere convertirse en el héroe que todo lo decide, y que todo lo manda. México no puede ser como Venezuela. Los mexicanos somos más grandes que cualquier ambición por el poder. Así de simple. Al tiempo.
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