Sin lugar a dudas los miembros del Movimiento de Regeneración Nacional tienen que ponderar la posibilidad de
buscar una reconciliación nacional para evitar la profundización de los odios que hasta ahora la mayor parte de sus miembros han sembrado por todos los rincones del país. Y lo digo con toda la responsabilidad posible, porque si de algo podemos tener seguridad quienes colaboramos en los medios de comunicación es que las polarizaciones sociales son las que mayores problemas han propiciado a lo largo de nuestro devenir histórico.
Desconozco si esta circunstancia que estamos viviendo haya sido una estrategia comunicativa, un acto deliberado, o el resultado de los enconos acumulados durante tanto tiempo en que presuntamente fueron oposición, aunque también hay que señalar que aún en la victoria y a lo largo de la historia los hombres y mujeres bien nacidos han sido magnánimos con el enemigo, y aunque este no sea el caso, sirve el ejemplo para señalar que los mexicanos podremos tener divergencias, pero nos une lo esencial, y no es otra cosa que el bienestar de nuestras familias.
Es verdad que los miembros del tricolor se anquilosaron en el poder, y también que hicieron mal muchas de las tareas en el ejercicio de gobierno, pero es justo señalar que tan malo el pinto como el colorado como dicen por ahí, porque la mayor parte de los principales elementos que acompañan al Presidente Electo tienen una historia poco presumible desde que militaban en el Partido de la Revolución Democrática, y es justo señalar que el fenómeno de la metamorfosis se repitió nuevamente cuando se borraron las culpas pasadas una vez que decidieron militar en Morena. Pero también se debe aceptar que no todo fue malo durante el régimen de la Revolución.
Para decirlo más claro, pocos miembros del Movimiento de Regeneración Nacional pueden vanagloriarse de tener un pasado limpio y puro, o como dicen por ahí, libre de culpas. Por el contrario, la mancha de la corrupción corroe a la mayor parte de la clase dirigente, como también ocurre con los principales miembros de la clase gobernante de este país. Hasta ahora no conozco a nadie que se salve de esta afirmación, y mucho menos el hombre que lleva más de veinticinco años de activismo político sin recibir un salario, pero gastando enormes cantidades de dinero.
Entiendo el rencor acumulado, pero no las ansias de venganza porque otros hombres y mujeres de otros partidos hayan gobernado este país. Finalmente quienes los elegimos también somos mexicanos, y no tenemos que padecer la vindicta popular que han organizado para denostar a quienes consideran sus enemigos políticos, porque no son adversarios, los reconocen como enemigos quizá por no haber logrado lo que ellos alcanzaron. De ahí el odio profundo que manifiestan, y que siguen tratando de sembrar entre nosotros.
No se logra un buen gobierno dividiendo y confrontado a esa sociedad en la que finalmente nos incluimos todos. Me parece que ha llegado la hora de la madurez colectiva, y lo tienen que entender quiénes en lo sucesivo tendrán la honrosa tarea de gobernar.
Si algo debe quedar claro, es que México es más grande que todos los odios que las huestes morenistas manifiestan por estrategia o por doctrina, pero no
es sembrando encono como van a tener éxito como gobierno. Nos necesitamos todos. Los mexicanos no somos tontos, y ojalá no nos orillen a enfrentarnos los unos a los otros.
Al tiempo.