Nuestra morenista kakistocracia

Sin punto y coma

No sé si en el trayecto de la conformación de lo que ahora es la fuerza política
mayoritaria en el país, y la más representativa, aparte de ser la que está marcando el rumbo de la nación, se hayan preocupado por buscar los mejores perfiles para conducir la mal llamada “Cuarta Transformación”, o al menos los hayan incluido en un proceso de reordenamiento intelectual para evitar que los defectos personales y profesionales brotaran en los momentos menos indicados de lo que ahora es el Gobierno de México.
Sin lugar a dudas Andrés Manuel López Obrador tiene un perfil distinto al de los políticos tradicionales, y mucho más de los cuadros denominados del cuño tecnócrata que pese a su preparación especializada nunca lograron llevar al país por un buen derrotero. El fracaso del proyecto iniciado por Carlos Salinas de Gortari ha sido evidente porque más que beneficios los mayores logros fueron el empobrecimiento de las clases populares, y quien mejores números dejo fue Ernesto Zedillo Ponce de León, reputado académico en una de las universidades más prestigiadas de Estados Unidos y del mundo.
La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República rompe con todas las corrientes que durante años trataron de detener su ascendente marcha, pero también hay que señalar que sin el apoyo de los gobiernos populistas del hemisferio nunca hubiera pasado de ser un simple activista con aires de grandeza, pero cada quien tiene marcado su destino y creo que su empecinamiento creció exponencialmente al igual que su carisma con las clases marginales del país.
Si algo logró que López Obrador alcanzara la cúspide de su carrera política fue la heterogeneidad de aquellos hombres y mujeres que se adhirieron a su proyecto, y aún cuando hasta ahora ha tratado de armonizar los intereses de cada uno de ellos, que por su disímbolo  origen siguen propiciando desencuentros y desencantos, la disciplina impuesta por el líder que los llevó hasta el pináculo de su carrera pública ha sido férrea, pero el problema es que en ese afán de creer y de crear equipo las fisuras comienzan a presentarse a causa de la ignorancia de muchos de ellos.
 
La mejor muestra que han podido dar los morenistas fue el trago amargo vivido por la Senadora de Tamaulipas Guadalupe Covarrubias con los medios de comunicación que se acercaron a solicitarle una entrevista, porque sin ser participante de la Comisión de Tecnología o de Energía acudió a un foro en donde mostró y demostró su infinita pequeñez al no saber siquiera que estaba en el lugar donde se desarrollaría el análisis del Plan Nacional del Desarrollo 2019-2024 del mal llamado Gobierno de México.
Pobre país, la “Meritocracia” se convirtió en un desastre y México sigue a la deriva por el incremento del número de pobres, y aunque Andrés Manuel López Obrador ha despertado enormes expectativas de mejoramiento social, lo cierto es que con esa Kakistocracia que lo acompaña los augurios no son nada halagüeños.
México pasó de la “meritocracia fallida” al “Gobierno de los Peores” en tan solo unos días, y hasta ahora no sabemos cuál de las dos características prevalecerá.
Al tiempo.
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