Por principio cuantas habrá que definir qué significa eso que denominamos
moral, porque hasta ahora quien dirige los destinos del país pretende invadir el espacio político con una presunta obra de su autoría para sembrar los cimientos de lo que será la nueva moral pública, pero sobre todo, que sea él quien dirija los destinos no han solo del país, sino del comportamiento público y privado para que entremos en una nueva dimensión conductual más cercana al bodrio de eso que llama la “cuarta transformación”.
El principal objetivo por conseguir es sembrar la idea de que tenemos que despojarnos de lo terrenal porque desde la espiritualidad podremos aspirar a estadios comportacionales que nos programen para compartir lo que detentamos con aquellos que no lo tienen. De esa manera, el siguiente episodio será no tan solo la aceptación de la precarización de la vida pública, sino despojarnos de lo que no necesitamos para que sea el propio Estado quien determine quien deba poseer eso que a nosotros nos sobra.
Tratando de entender el propósito espiritual del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien hasta ahora ha hecho un papalote de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, esa que juro cumplir y hacer cumplir cuando protestó su encargo ante el Congreso de la Unión, y que hasta ahora solamente se ha dedicado a pisotearla y a violarla de forma impune, sin que los guardianes de la legalidad, esos que presumen el nombramiento de Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hayan decidido iniciar el correspondiente juicio.
Hasta ahora Andrés Manuel a López Obrador ha espantado con “el petate del muerto” a tirios y troyanos, y pareciera que los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación están dispuestos a cargar sobre sus hombros la vergüenza histórica de no haber actuado conforme a derecho ante los desplantes autoritarios de quién por haber ganado con una alta votación el cargo de Presidente de la República, se piensa con el derecho para realizar cuanto disparate legal se le ocurra.
Para decirlo más claro, La Patria Mexicana corre el grave peligro de sucumbir ante las patrañas espirituales de un ignorante del derecho que hasta ahora confunde la gimnasia con la magnesia porque en su infinito desprecio por las leyes que garantizan la convivencia armónica de los mexicanos cree que su misión principal es la evangelización de todos los mexicanos con una presunta cartilla moral que el mismo nunca ha cumplido, porque si de algo ha carecido siempre es de decencia y moral.
Andrés Manuel López Obrador es un cínico redomado desde el momento en que pretende que los mexicanos nos sumemos a una serie de postulados que jamás ha practicado y mucho menos respetado. Él facineroso de antaño, el hombre que ha dispuesto siempre de miles de millones de pesos para pulular por todos los rincones del país sin explicar a los mexicanos de donde salió esa fortuna, es quien ahora pretende formular una nueva doctrina moral para que nos sometamos a la mal llamada Cuarta Transformación. Primero que nos explique a cabalidad de donde salieron los capitales que utilizó para hacer campaña más de quince años. Comencemos con eso y después seguimos con lo demás, que hay mucho que explicar.