México ha sido siempre defensor del derecho humano a la expresión de las
ideas, y lo ha reafirmado una y otra vez desde que se logró el establecimiento de la libertad de participación política durante la Presidencia de la República encabezada por José López Portillo. Sería el ilustre pensador Don Jesus Reyes Heroles, quien en un acto de congruencia histórica propuso una importante serie de cambios legales para iniciar el proceso de transición democrática en el país, terminando con la etapa del partido hegemónico.
Así se inicia la transición a la democracia en México con el pluripartidismo que se prolongaría por más de dos décadas, junto a sucesivas modificaciones a la Normatividad de las instituciones electorales, hasta lograr la conformación de una mayoría opositora en la LVII Legislatura de la Cámara de Diputados en 1997, y la alternancia en la Presidencia de la República en Julio del Año 2000. Habrá que decir que en la negociación de dicha reforma, independientemente de la voluntad presidencial, Don Jesus Reyes Heroles fue el hombre que supo entender que los tiempos habían cambiado.
También se promovería una Ley de Amnistía para exonerar a los militantes de grupos subversivos urbanos y rurales, como la Liga Comunista 23 de Septiembre, el Partido de Los Pobres y el Movimiento de Acción Revolucionaria, cuyos militantes fueron presos o torturados en el marco de la “Guerra Sucia” en los años 70. Así, las izquierdas del país después de años de lucha clandestina y la constante organización de células de calle, alcanzaron la meta de la participación política con pleno derecho.
Esa es parte importante de la historia política de este país, pero en esta convulsión de ideas y de acciones emprendidas por los principales les exponentes de la voluntad popular, comienzan a surgir los excesos no tan solo entre los afamados miembros de la mal llamada Cuarta Transformación, sino en aquellos que se sienten con pleno derecho para arrogarse la decisión de violentar el estado de derecho y los postulados de la docta cía que le han otorgado viabilidad a este país.
El odio acumulado por muchos años comienza a aflorar, y se manifiesta en una probable regresión a los tiempos de la represión que los mexicanos pensamos habían quedado en ese lamentable pasado y que habían sido superados. Pero no contábamos con que el revanchismo político también estaría presente. El Estado de Tabasco, al que alguna vez alguien tildaría de ser el “laboratorio de la Revolución”, se presenta ahora como el lugar de la “Regresión”.
Diputados del Movimiento de Regeneración Nacional en el Congreso de Tabasco, aprobaron una iniciativa enviada por el Ejecutivo Estatal que contempla penas de 10 a 20 años de prisión a quienes realicen manifestaciones con rachas y bloqueos en carreteras o impidan la ejecución de obras públicas o privadas, a cuya medida la oposición calificó como la “Ley del Garrote”. Adan Augusto López se ha convertido en el moderno Torquemada con la estupidez de intentar silenciar a quienes encabezan protestas por su ineficiencia gubernamental. Lo único que puedo decir del gobernador de Tabasco es que su estupidez es más grande que su mendicidad personal.
Al tiempo.
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