Sin lugar a dudas el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha logrado
mantener el control del país por la desidia de las oposiciones, cuyos liderazgos no terminan de digerir la estrepitosa derrota que obtuvieron en la elección presidencial del año pasado, donde Andrés el tabasqueño les endilgó una dolorosa derrota que los obligó a replegarse y a replantear el papel de cada uno en el devenir del ejercicio político en los siguientes años, pero sobre todo, el papel que asumirán frente a una sociedad dividida y confrontada.
El fenómeno electoral en que se convirtió el Movimiento de Regeneración Nacional se explica en función de lo que tricolores y blanquiazules dejaron de hacer cuando tuvieron la oportunidad de alcanzar gobierno. Los blanquiazules tuvieron dos sexenios para sentar las bases de una posible permanencia en el poder por muchos años, pero la carencia de una estrategia de largo plazo los obligó a responder a las exigencias del momento sin que sus principales liderazgos se afanarán por mantener vivo el activismo.
Para decirlo de otra forma, todos hicieron gobierno y se olvidaron de regresar a visitar a los electores para alimentar su actividad administrativa, y lo más grave es que a consecuencia de ello se alejaron no tan solo de sus bases sociales, sino también de aquellos que hastiados de los gobiernos tricolores decidieron buscar otras alternativas. Con todo lo que de su capacidad intelectual se decía, Vicente Fox Quesada tuvo un gobierno aceptable, y fue a quien menos le afectó el activismo del tabasqueño. La decisión de Felipe Calderón, al onceavo día de su mandato, de sacar al Ejército a las calles por los desplantes de Andrés Manuel López Obrador, quien lo perseguía en todos sus eventos Públicos, dio al traste con su proyecto de gobierno.
Enrique Peña Nieto, carismático y atractivo para muchas integrantes del sector femenino, se convirtió en la esperanza de mejores tiempos. Cuando logró estructurar el “Pacto Por México” muchos señalaron que por fin un Estadista ocupaba Palacio Nacional. Solamente fue una “llamarada de petate” pues al poco tiempo comenzó la decepción y su gobierno se caracterizó por una escalada de corrupción que ahora tiene a Rosario Robles en la cárcel, a otros funcionarios de alto nivel ocultándose, y los demás temblando por la posibilidad de que los alcance la justicia. El señor Peña Nieto ni suda ni se acongoja, porque pareciera que el pacto con Andrés Manuel López Obrador sigue vigente.
Con un partido tricolor que no termina de resolver sus conflictos internos, con un panismo que no sabe hacia dónde caminar por la falta de liderazgos firmes y carentes ideas de lo que se tiene que hacer con una fuerza política, surge una nueva opción con proyección ciudadana. Futuro 21 ha sido cobijada como un espacio de reflexión y acción política por quienes desde la sociedad civil han luchado para poner un alto a los excesos de los funcionarios públicos, de los gobernantes, y de la propia criminalidad.
En esta nueva cruzada o alianza política, el perredismo en pleno ha tomado la decisión de ceder su registro para el nacimiento de una organización con mayor proyección, que albergue un verdadero proyecto ciudadano, y que desde la academia, la sociedad civil, la empresa, y los partidos, busque permear entre los ciudadanos de todas las latitudes, de todas las ideologías, como una opción válida que estructure una amplia fuerza política para ganar el Congreso en la elección intermedia, y después intentar hacer gobierno. ¿Podrán hacerlo? Ese es el reto, y lo veremos al través de los meses. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.