EL EFECTO DEL DESVALIDO

Si de alguien podemos decir muchas cosas es del Presidente de la Republica, Andres Manuel López Obrador. Y es que su 

 

vocación por la polémica es permanente e inquebrantable, y aunque en la mayor parte de las veces reciba reclamos, críticas o dicterios, siempre tiene elementos para responder, para dar y regalar porque se asume como el más prístino de los políticos de todos los tiempos en este país, aunque los hechos indiquen lo contrario. 

El señor Presidente de la Republica es el mejor ejemplar de lo que los tratadistas del fenómeno político señalan como el “Zoon Politikon”, definición que Aristóteles empleó para denominar al ser humano, el cual a diferencia de los otros animales, posee la capacidad de relacionarse políticamente, es decir, crear sociedades y organizar la vida en ciudades. Y en ese sentido el Presidente no desaprovecha ninguna oportunidad para reafirmar su vocación democrática y reiteró que estará en el cargo mientras tenga el apoyo de los ciudadanos, y que por eso impulsó la revocación del mandato. 

Ya encarrerado se dio el lujo de parafrasear una de las canciones de José Alfredo Jimenez, citando algunos de los versos que dicen que “cuando el pueblo no me quiera, ese día voy a llorar, voy a llorar y me voy a ir. Después diría que si el pueblo no quiere al gobernante, el gobernante no sirve, es la nada”, aseguró. "Por eso llamo a que los conservadores se serenen, que no hagan coraje, ya viene la elección” señaló con autosuficiencia.

De paso también llamó a “los conservadores”, y a quienes no comulgan con su proyecto aunque sean de avanzada, a que se serenen, que no hagan coraje porque ya viene la elección y van a tener la oportunidad de manera democrática de decir: “no queremos que siga el presidente”. Pero habrá que decir sin lugar a dudas, que los mexicanos lo conocemos muy bien, y que esos son los clásicos desplantes de Andrés Manuel López Obrador el político y el activista profesional. Ha sido un recurso que ha utilizado durante muchos años y le ha dado resultado.

Frente a las críticas del obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, Salvador González Morales, sobre la percepción de que el Estado mexicano no hace nada o hace muy poco para frenar la violencia, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que tiene la conciencia tranquila porque a diario se reúne con su gabinete de seguridad, pero dijo que "no soy monedita de oro". El Presidente también señalo que no iba a polemizar con las declaraciones hechas por el obispo auxiliar de la Arquidiócesis, pero dijo que entiende que haya una oposición de conservadores contra su gobierno. "No soy monedita de oro, imagínense si yo pensara que tengo la verdad absoluta o que tengo un poder omnímodo, entonces no fuese yo demócrata", subrayó. 

Hasta ahora ha utilizado muy bien esa circunstancia que los especialistas del fenómeno público han denominado “el efecto del desvalido”, es decir, flagelarse públicamente para que sus más incondicionales adeptos, que son muchos hay que reconocerlo, reaccionen y salgan a la calle para exigir respeto y brindar apoyo a su redentor. De ahí sus prédicas religiosas de todos los días. Sin lugar a dudas es un verdadero fenómeno político, pero cuando la cruda realidad de la ineficiencia y los excesos se presenta entre quienes más padecen las erradas decisiones gubernamentales, es cuando los pueblos despiertan, y ya hay manifestaciones en ese sentido. Ojalá no lleguemos a confrontarnos de forma violenta entre mexicanos, cómo ha ocurrido en Venezuela con el Dictador Nicolas Maduro. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.