Si de algo podemos estar seguros los mexicanos es que Andrés
Manuel López Obrador, quien hasta ahora trabaja de Presidente de la Republica, es un neófito en eso de promover las inversiones, y un mucho intransigente cuando de causar daños económicos se trata. Y no es que tenga muchas ganas de cargarle los errores de quienes en el pasado hicieron de las suyas, pero se tendrá que responsabilizar de lo que ha ocurrido durante el año y meses que lleva gobernando, porque ha provocado un enorme desastre económico del que difícilmente nos levantaremos como nación.
Hasta ahora quienes han asumido su responsabilidad con la gente de todas las latitudes han sido los gobernadores, y no es que trate de culpar solamente al Señor Presidente, Andrés Manuel López Obrador, pero lo único que ha mostrado ha sido una brutal irresponsabilidad y un alejamiento total de la realidad para encabezar los acuerdos de lo que pudiera convertirse en la pandemia más atroz de cuantas haya enfrentado la nación Mexicana. Sus desplantes rayan en lo absurdo, y en la mayor parte de las veces en lo estúpido.
No conforme con minimizar una de las pestes más atroces de la historia de la humanidad, ahora le dio por realizar un acto simulado para detener la construcción de una Cervecera en la frontera con Estados Unidos, cuando ya se habían invertido más de dos mil millones de dólares, tirando por la borda la poca confianza que despierta el Mandatario Mexicano entre los empresarios más acaudalados del mundo, y haciéndose merecedor de una andanada de aislamiento económico que tendremos que padecer los mexicanos.
Y no prendo señalar que ha comenzado a parecerse a Nicolás Maduro, porque el tirano sudamericano no se anda con medias tintas cuando de afectar a los demás se trata. La pretendida consulta Pública que tiro por la borda la inversión fue otra de sus estratagemas para cubrirse con el manto de la voluntad popular, cuando de sobra sabemos la clase de cucaracha venenosa que es a la hora de justificar sus acciones. El problema es que las pérdidas económicas las tendremos que asumir todos los mexicanos de una u otra manera.
En lo personal creo que con este acto de autoritarismo el señor Alfonso Romo tendría que renunciar a su posición en el Gobierno Federal, porque es el responsable de la relación con el sector empresarial de todas las latitudes del país, y la decisión debiera dolerle porque en su calidad de miembro de la clase empresarial sabe cuánto cuestan los caprichos de un veleidoso sujeto que hasta ahora ha causado un enorme daño a los mexicanos con sus equivocados caprichos.
Si el señor Alfonso Romo no quiere cargar con el estigma de haber ayudado a crear un desastre económico en el país, y de hacer perder a sus amigos empresarios un montón de dinero, y si tuviera un poquito de decencia, tendría que haber presentado su renuncia en el mismo momento en el que el Presidente de la Republica decidió tirar a la basura más de veinte mil millones de pesos. Lo que hizo el señor López Obrador no tiene nombre, pero de lo que no podrá escapar es del juicio de la historia. Bastante descrédito tiene ya por los millonarios negocios de sus hijos, y por su complicidad en los actos corrupción de los encumbrados miembros del Movimiento de Regeneración Nacional. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.