Dicen los especialistas del fenómeno político que nunca se deben de olvidar las costosas equivocaciones de quienes
gobiernan para que los pueblos no vuelvan a cometer el error siquiera de permitir su postulación a un encargo más. Mucho se ha dicho y escrito en estos momentos de agobio en todo el mundo, y en la mayor parte de los países de los cinco continentes, las eventualidades provocadas por el llamado “coronavirus” que han sido enfrentadas con realismo, decisión, sapiencia, experiencia, profesionalismo, responsabilidad y ética.
Pero existe algo de lo que al parecer los integrantes de la mal llamada cuarta transformación han carecido, o extraviaron por voluntad propia, y que no es otra cosa que la responsabilidad de gobernar. Hasta ahora el señor Andres Manuel López Obrador sigue pensando que continúa en una constante batalla con quienes en el pasado identificó como sus adversarios, y que ahora visualiza como sus potenciales enemigos a quienes debe no tan solo combatir, sino exterminar.
Si bien es cierto que el triunfo del “"Movimiento de Regeneración Nacional” le otorgó una abrumadora mayoría en las Cámaras de Senadores y Diputados que le ha permitido maniobrar holgadamente en la toma de decisiones, también lo es que la verdad está saliendo a flote y caros costarán los engaños que ha inventado para hacerse el mártir acusando a sus adversarios de convertirse en detractores de su proyecto sin entender que el mayor adversario u enemigo que tiene el actual Presidente de la Republica se llama Andrés Manuel López Obrador.
Pero también abonan sus principales amigos, esos que sin ningún mérito político o al menos sin ningún roce social están ocupando diversas carteras en el esquema de gobierno cometiendo una serie de errores cuyo costo monetario tendremos que seguir pagando los mexicanos, quienes al final que somos los que mantenemos el aparato de gobierno con el pago de impuestos y contribuciones, y son ellos quienes lo gastan discrecionalmente, esos a los que entronizó sin tener mérito alguno, como los principales operadores del aparato del Estado.
En esta crisis provocada por la pandemia del “coronavirus” me permitiré enlistar algunas de las descabelladas afirmaciones por los “"honorables miembros del Movimiento de Regeneración Nacional”: “"Si son ricos tienen riesgo, los pobres estamos inmunes”: Miguel Barbosa, el idiota que gobierna Puebla. “"Que les preocupa? Si se mueren van a ver a su Dios”: el estúpido de Gerardo Fernández Noroña. “"Es mejor enfermar cien niños que uno”, “sería bueno que el Presidente se contagiara”, “"cerrar una escuela por un niño infectado no sirve, mejor me espero a que haya diez, pero si me espero a que haya cien es mejor”, el tarado de Hugo López Gatell. “El Presidente es un científico”: el pendejo de John Ackerman. Y la joya de la Corona: “"El escudo contra el coronavirus es la honestidad”, “"Salgan a comer con sus familias a restaurantes, a las fondas”, “detente enemigo, el corazón de Jesús está conmigo”: López Obrador.
Y causar daños por veinte mil millones con una de sus estúpidas consultas, es el rostro que les ha mostrado a los inversionistas. Sin lugar a dudas este es el peor gobierno que existe después de la llamada época posrevolucionaria. Hasta ahora somos el hazme reír en la mayor parte del mundo, donde se critica con crudeza a quien por ahora encabeza el destino de los mexicanos. Pero bien merecido lo tenemos los mexicanos por votar con el corazón y no con la cabeza. Lo peor está por venir. Al tiempo.
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